Este viernes, día 24, a la una del mediodía (¿es medio día la una?) el bello pueblo de Zafra rendirá un merecidísimo homenaje al grupo de prohombres liberales extremeños que abrieron las puertas de España a la modernidad y cuya ideología (y sobre todo inquietudes) caminan lejanas a las de los partidos políticos, de uno u otro signo, o de ninguno, que hoy nos gobiernan (por cierto ¿tienen ideología?), por lo que nadie debería adjudicarse gracias y dones de un pasado tan sorprendente como revolucionario. La hora no es buena (la agenda del Presidente de la Junta, que deseaba estar presente, gesto que le honra, no permite otras opciones). De ahí que les sugiera (hagan "pellas" incluso) que se acerquen al otoño de esa villa de Zafra (¡por fin el otoño!) y que así logremos ser un grupo numeroso, compacto, agradecido, emocionado, orgulloso (¿por qué no?) y sobre todo con ganas de emular ciertos valores abiertos hace doscientos años y que ahora titilan de frío. De entre los nombres (con sus biografías magníficas detrás: Fernández Luján, Muñoz Torrero, Martínez de Tejada, Vera, Quevedo y así hasta quince en las Cortes de Cádiz) se halla con letras de oro el nombre de Almendralejo, merced a nuestro paisano, Francisco Fernández Golfín y su vida entera dedicada (larga cárcel, peor exilio e injusto asesinato) a la causa de la libertad, y sobre todo a la lucha por alcanzar, sin recorte alguno, la dignidad del ser humano. Autoridades, si me leen, yo les insto a que en la Cádiz de las espumas coloquen una placa con el nombre de estos extremeños; huérfano está por nuestra abulia el oratorio de San Felipe Neri y ¡cuesta tan poco- dinero!