TNtunca pensó Díaz Plaja que su obra "El Español y los Siete Pecados Capitales" iban a tener tanta vigencia. A pesar de que ha pasado tanto tiempo desde que lo leí, aún recuerdo a ese portero de ministerios esperando su oportunidad en el tiempo y en la hora para poder ejercer su "parcela de poder" abriendo la puerta fuera de horas a unos, e intentando fastidiar a otros prohibiéndoles el paso. ¿A qué motivación respondía esa actitud del portero? ¿Qué puede llevar a un modesto funcionario a ello? Poco más o menos es el panorama actual de unos conciudadanos, todos ellos respetados y respetables, que ahora, con la desgracia ajena y los problemas de muchos, intentan hacerse notar siendo los agoreros voluntarios y los voceros de las malas noticias en un sistema que les ha reservado a ellos un sueldo modesto, un trabajo tedioso de múltiples horas extras no pagadas, tras una formación frustrada y que en poco o nada tiene que ver con la función que están obligados a ejercer. No nos engañemos: todos tenemos "clientes" que aguantar y soportar, pero siempre ha habido gente con clase y clase de gente. Algunos han confundido su función, y piensan que con esa animosidad negativa y gratuita van a escalar peldaños en sus respectivos trabajos, olvidando que ellos mismos entraron en esas actividades por la puerta de los enchufados en unos casos y por la de los infrautilizados en la mayoría de ellos. ¿Qué nos hace ser malos sin ninguna necesidad? La no solidaridad la entiendo, el ser malos por afición me es imposible de comprender. www.ajescribe.blogspot.com.