TLta violencia entre los escolares nos puede servir como ejemplo para hacernos reflexionar sobre las edades, cada vez más tempranas, en las que se empieza a hacer daños irreparables a otros niños. Cuesta pensar que lo que para algunos es una forma de diversión y alimento de su ego, para otros puede llegar a ser desánimo y desesperanza hasta alcanzar ese punto máximo de desear no vivir. Y ante estas perspectivas, me he preguntado muchas veces qué es lo que le está pasando a nuestra sociedad, qué ha cambiado en el marco familiar, escolar y social, que lejos de progresar con paso firme hacia la libertad y la igualdad, me da la impresión que caminamos sobre arenas movedizas hacía la desolación y la destrucción de todos aquellos valores que han sido los puntales de nuestra civilización. Creo que no debemos buscar culpables, sino que, desde todos los campos sociales donde nos movemos debemos tomar conciencia de que necesitamos con urgencia una vuelta a los valores y que exijamos a nuestros hijos, escolares y ciudadanos su obligado cumplimiento. Reconozco que no es fácil, pero es necesario. Nos toca a los adultos dar el primer paso y empezar a ser de nuevo ejemplo. Debemos estar atentos a todo lo que concierne a nuestros hijos y tener la valentía suficiente para pedir ayuda cualificada cuando exista un problema que lo requiera y debemos ser muy exigentes en cumplir las normas y el respeto a todos. Debemos hacer ver a los hijos, que en esta Sociedad Moderna en la que están inmersos a veces se olvida que el mundo no es propiedad de una única generación.