TEtste sí que es un escándalo y no el que el incombustible Raphael popularizó musicalmente. Fernando Lugo exobispo de la Iglesia Católica defensor de la Teología de la Liberación, --así nos ha salido --, colgó sus hábitos purpurados incluidos mitra, báculo y solideo para dedicarse a la política. Lleva ocho meses de Presidente de Paraguay por decisión de las urnas. A monseñor Lugo, apuesto de verbo fácil y penetrante, --con perdón --, mezcla de Arturo Fernández y Sandokán le están saliendo más hijos ilegítimos, que fáciles son los muebles de Ikea para su montaje. El creced y multiplicaos se lo ha tomado muy en serio durante su reciente época de alzacuellos con tirilla y sotana. Habiendo sucumbido a la tentación de la carne, como cualquier hijo de Dios, durante su teórico celibato, ahora, también pretende probar la "erótica del poder" de la política. Con tres hijos reconocidos y otros tres pendientes del ADN, durante su ministerio sacerdotal, el actual Jefe de Estado paraguayo, más que un obispo, ha sido una irrefrenable avispa que a base de picotazos en aposentos, sacristías y confesionarios provocaba, primero picores labiales y después hinchazones en vientres de lozanas y serviles hembras, que ahora le reclamaba paternidad y manutención. Me resisto a pensar que quien goza de distinguida cultura y refinada educación confunda lo de ser Papa o Santo Padre con ser papá. Creerá que no va a ser menos que el mismísimo Alejandro VI padre de nueve hijos ilegítimos durante su Pontificado. No pretenderá el ex obispo que encima le impartan la bendición Urbi et Orbi .