Queremos creer que nuestro alcalde finalmente ha escuchado a quienes, sin tener intereses económicos en juego ni dar pábulo a sospechas sobre su posible utilización partidista en las próximas elecciones, han criticado con honestidad su intención de crear una televisión pública local. Me refiero a los muchos almendralejenses que hemos manifestado en público nuestra apreciación de que este proyecto, en los actuales momentos de profunda crisis económica, suponía un gasto poco ejemplificante por innecesario. Sólo si así lo ha entendido nuestro alcalde, su decisión de rectificar puede ser recibida como expresión de una sabiduría política que estaríamos prestos a reconocerle. Y, en tal supuesto, nadie debería reclamar una victoria, ya que ésta sería, únicamente, de la libertad de expresión que gozamos en este país. Cierto es que, en defensa de sus legítimos intereses, algunos medios de comunicación locales han potenciado la oposición al proyecto, pero eso no significa que nos hayan manipulado.

Con su intención de poner en marcha la televisión local después de las elecciones, nuestro alcalde desbarata los argumentos basados en un juicio de intenciones, supuestamente perversas, sobre la utilización de esa emisora durante la campaña electoral, pero no así -a menos que cambien mucho las cosas- las críticas contra la oportunidad del proyecto. Sin embargo, dando por supuestas las condiciones legales en que debe funcionar una televisión pública, y para suplir una inexistente oferta privada de calidad como corresponde a nuestra ciudad, creemos que esa televisión sería bien recibida por todos, llegado el momento.