TNto sé si conocen mis lectores una ONG fuera de serie. Se dedica a múltiples menesteres en España. Atiende en sus necesidades básicas a más de 200.000 inmigrantes. Algunos de sus asociados comparten varias horas de su semana con presos de 77 cárceles y proporcionan a los de "tercer grado" casas de acogida ya que no tienen ni hogar ni familia. Vuelcan su cariño sobre 25.000 huérfanos que no conocen el calor de un padre y una madre. Dan compañía a 57.000 ancianos que añoran la compañía y el amor de sus hijos. Dan de comer a miles de personas, sin techo o con pensiones infrahumanas, en sus comedores de "emergencia". Y como a muchos se les queda chica España, se van al tercer mundo para convivir con los pobres y compartir con ellos el poco pan, la escasa seguridad y la precaria salud. Con una fe que les da fuerza. Los miembros de esta ONG no abandonan a sus "hermanos" cuando la guerra siega vidas y destruye "haciendas"... Creo que mis lectores habrán adivinado ya que la ONG de la que hablamos es la Iglesia Católica. Esta semana se ha celebrado el Dia de la Iglesia Diocesana. Los medios materiales que necesita la Iglesia para esta ingente tarea le llegan de los donativos de sus fieles y de otras personas que, sin ser católicas, aprecian la labor promocional y de asistencia primaria que ella presta a tantos compatriotas y extranjeros en situación, no pocas veces, de extrema necesidad. ¿No te animas, amigo lector, a poner tu granito de arena en esta noble y magna empresa? ¿Y si te decidieras a echar una mano directamente como voluntario-a? Es mejor-y más bonito- dar que recibir.