Será un reconocimiento a todos los trabajadores que han puesto algún grano de esfuerzo en hacer de la Estación Enológica de Almendralejo uno de los puntos de referencia del sector vitivinícola de Extremadura en su historia moderna. Por esta razón, las fiestas de la Piedad no tendrán un bodeguero de honor de carne y hueso, sino que recae en una institución de 104 años de historia que ha sido la casa de los agricultores desde siempre. O mejor dicho, una especie de palacio (el edificio es elegante y bello), en el que se han hecho múltiples actividades y del que han salido decisiones muy importantes para el sector en el último siglo.

Ya ocurrió con el Museo de las Ciencias del Vino o con la Denominación de Origen Ribera del Guadiana. Ahora le toca a la Estación Enológica que recibe este homenaje como institución de la mano de la ciudad que le ha visto asentarse.

Para encontrar el nacimiento de la Estación Enológica hay que remontarse a 1915 cuando la Comunidad de Labradores cede los terrenos para la construcción del edificio, y la Caja Rural de Almendralejo aporta 50.000 pesetas para iniciar los trabajos. El proyecto tuvo un coste de 205.955 pesetas, siendo ejecutada la obra por Gregorio Cruz Valero, ingeniero agrario de la Estación Enológica de Villafranca del Penedés, que junto con la de Haro, se constituyó antes que la extremeña.

104 años de historia dan para mucho, pero hay que destacar que fue ocupada por militares durante los años de la guerra civil y posterior posguerra, ya que tras la contienda sirvió como depósito de municiones dependientes de la Maestranza de Artillería de Madrid. La ocupación acabó en 1949, fecha en la que se devuelve la titularidad del edificio al Ministerio de Agricultura, aunque el interior estaba casi destruido. La reconstrucción se hizo con un presupuesto de más de un millón de pesetas, siendo reinaugurado en 1958.

Otro momento clave de su historia tuvo lugar en 1983 cuando sus competencias fueron trasferidas a la Consejería de Agricultura de la Junta de Extremadura.

Hoy día, esta entidad tiene una doble función. Por un lado, de vitivinicultura realizando el análisis y experimentación de las variedades de vinos y, por otro, una segunda puramente enológica como instrumento al servicio de empresas y cooperativas.

Su presidente es Emiliano Zamora de Alba, un hombre que dirige la institución desde 1990 y que ha sido clave en su posterior desarrollo y progreso.