THtace unos días saltaba en los medios de comunicación una noticia que me impactó sobremanera. La sentencia judicial impuesta a una madre por pegar a su hijo un bofetón.

Y ésta es ni más ni menos que la cárcel. No importa que el niño fuera el primero en agredir a la madre, así como tampoco importa el que la insultara y le faltara al respeto.

Pero, lo sumamente importante,--parece ser--, es que la madre le diera un bofetón como respuesta a un mal dicho y hecho. Creo que los papeles que desempeñan en nuestra sociedad actual tanto los padres como los hijos están sufriendo una profunda transformación. Es más, yo diría que poco a poco y, si seguimos por estos derroteros, acabarán invirtiéndose.

Desde siempre yo he creído que eran los padres los que como últimos responsables de la educación y cuidado de sus hijos menores de edad, debían de encauzarlos por el camino del respeto a las normas de convivencia, el respeto a los mayores, el respeto a aceptar las decisiones que tomen los padres ante una determinada situación-, en una palabra, ofrecerles un referente para hacer de ellos buenas personas y buenos ciudadanos.

Pero, ante noticias como la anteriormente citada, no me queda más que preguntarme qué es lo que le está ocurriendo a nuestra sociedad, que permite, acepta y consiente que un hijo pueda maltratar a un padre y, precisamente, se escude en que es menor de edad para salir airoso.

Si tanto la actuación de esa madre como la de ese hijo pudiéramos ponerla sobre una balanza, adivinen hacía donde se inclinaría.