TLtos movimientos a favor de la vida se van expandiendo, gracias a Dios, por los cinco continentes, a pesar de encontrarnos en un mundo que se muestra cada vez más agresivo con la vida humana. Por eso la misión de los defensores de la vida asume una importancia cada vez mayor. Y es que en el centro de estos movimientos, no está ni un concepto abstracto ni una ideología. Está la PERSONA HUMANA. La persona concreta y en su integridad. A finales de febrero se celebró en Roma la Asamblea General de la "Pontificia Academia para la Vida", que pasó a denominarse "Pontificia Academia para la Persona". En ella se analizaron las consecuencias del aborto para la mujer y la creación de bancos de sangre del cordón umbilical. En boca del Papa, los médicos, en particular, no pueden dejar de considerar importante un grave deber: defender del engaño a muchas mujeres que piensan encontrar en el aborto la solución de sus problemas.

En el trasfondo de un eclipse del sentido de la vida, se exige a los médicos una especial fortaleza para continuar afirmando que el aborto no resuelve nada. El aborto acarrea más secuelas: mata al niño que tiene derecho a nacer -"nasciturus"-, traumatiza a la mujer, ciega la conciencia del padre y arruina, a menudo, la vida familiar. Con relación a los bancos de sangre del cordón umbilical, el Papa invitaba a los presentes a ser promotores de una auténtica y consciente solidaridad humana y cristiana. En este sentido Benedicto XVI se decantaba por los bancos "públicos", al servicio del bien común y accesibles a cuantos los necesiten y no por los "privados", reservados sólo al donante o familiares.