De todas las imágenes posibles que hace un rato me asaltaban, elijo una en la ocurrencia de atender el recuerdo de un lejano álbum de poesías. Porque deseo, fieles lectores, felicitarles la Navidad con una estampa hecha de palabras. Acaso puedan estas líneas animarles a llegar hasta ellas, a esas palabras que nacieron hilándose entre versos. Son de esa mujer de portalitos y de tórtolas, tan ingenua como apasionada, tan exageradamente vital y ecologista como lúgubre y noctámbula. Sí, hablo de nuestra Victoria Carolina. Ella nos acerca ese nacimiento de Jesús. Conviene al caso decirles que quizás sea el primer portalito literario feminista. ¿Hay portalitos feministas? Pues sí, este nacimiento es un guiño de la almendralejense cuajado de significación. No sé si un ángel (ser asexuado) o una mujer anuncian la buena nueva de ese Niño recién nacido entre el heno. El ángel seduce a los presentes, describiendo la tierna escena, para que vayan prestos a adorarlo; vocea el ángel que la madre se ha tornado tórtola en un nido, que las alas extiende para cobijar al hijo que tiembla desnudo de frío. Pero los presentes en esta anunciación sólo son mujeres. Porque la adoración de Carolina Coronado es una "adoración de las pastoras". Ellas son las elegidas, a las que el ángel se aparece, en la nueva bíblica interpretación. No hay hombres, no hay pastores. Y las mujeres encienden la extremeña retama para el niño de horas, y las pastoras lo visten con pétalos de flores. Acertado villancico y acertada reivindicación: "Buenas pastoras, encended retama/ que del santo portal deshaga el hielo/ que al bendito Jesús daréis consuelo" ¡Feliz Navidad!