Es un almendralejense de los de toda la vida y desde este año lucirá para siempre el título de Buena persona de su ciudad. Así lo ha querido la Congregación de los Luises que este año ha designado con este honorífico título a Alonso Álvarez Colchón. Nacido en Almendralejo hace 49 años (21 de marzo de 1967), es muy conocido entre sus vecinos como Alonso el de Santa Lucía, por una larga trayectoria laboral como administrativo de esta empresa de seguros. Se ha criado en la barriada de Santiago, donde todavía reside con la admiración de sus vecinos que lo nombraron pregonero de sus fiestas hace unos años. Está casado con Ascensión Carrasco Choni y es padre de dos hijas: Julia y Ángela. Los Luises lo definen como «un hombre sonriente, bondadoso y servicial». Lleva 40 años comprometido con la Hermandad y Cofradía de Nazarenos de Jesús del Gran Poder y es miembro de la Peña Luis Reina, en la que disfruta de una de sus grandes pasiones: los toros. La dirección de su empresa gestiona una iniciativa para hacerle un gran reconocimiento por su forma de ser. Dicen que «no sabe decir que no», por eso hemos querido hacerle una entrevista y conocerle mejor.

--¿Qué siente alguien conocido con el título de Buena persona de Almendralejo?

--Un orgullo tremendo. Cuando me lo comunicaron me quedé sin palabras. Esa noche me costó trabajo hasta dormir preguntándome qué había hecho yo siendo tan joven con 49 años. Me dijeron que siempre me involucro en todas las actividades y propuestas que se me plantean. Ahora, la verdad, tendré que ser todavía mejor para corroborarlo.

--¿Quién le hace buena persona en esta vida?

--Pues la gente que te rodea. Sobre todo mis padres y mi mujer, que han ido moldeando mi vida. Su apoyo siempre ha sido fundamental, así como el de mis hijas, a las que he robado tiempo con tantas actividades y cargos. Las amistades también te hacen ser buena persona y yo he conocido a muy buena gente en la cofradía y en la peña Luis Reina.

--Dicen que Luis Reina es alguien importante para usted.

--Sí, un gran amigo. Hemos pasado juntos muchos momentos y vivido anécdotas, buenas y malas, pero de todas hemos aprendido. Hemos atravesado etapas con grandes responsabilidades y siempre ha prevalecido la amistad. Fíjate que hasta me ha regalado un capote de paseo y solo ha dado dos en su vida. Lo guardo como oro en paño.

--La empresa en la que trabaja quiere hacerle un reconocimiento por su forma de ser.

--Bueno, en realidad buscan un compañero al que se le haga una mención por ayudar a los demás. Y los de Extremadura están apostando por mí. Es un honor, claro.

--Su trabajo le implica ser buena persona o, al menos, parecerlo.

--En Almendralejo tienes que ser una persona honesta para sentirte bien. Somos 35.000 vecinos y todos nos conocemos y sabemos la vida de los demás. La amistad y el compromiso nos obligan a realizar un buen servicio por los demás. Esto es así.

--Su devoción por Jesús del Gran Poder marca su vida.

--Llevo 40 Semanas Santas con veneración por el Jefe, como le llamo al Gran Poder cariñosamente. Desde que entré en la Purificación siento mucha devoción.

--¿Le gusta perderse por Almendralejo?

--Me encanta pasear por cualquier rincón de mi ciudad, lo único es que a veces dice mi mujer que mejor sería hacerlo con gafas de sol y gorra, para no pararme con todo el mundo [risas]. Me gusta ser muy servicial. Cuesta muy poco hacer feliz a la gente. Y si puedes, hay que hacerlo.-

--¿Y cuál es la persona más buena que usted ha conocido?

-Mi abuelo Quico, posiblemente. Por su carácter y forma de ser, este hombre me enseñó muchas cosas buenas de la vida. Estuve mucho tiempo con él y tengo miles de anécdotas. Mi pasión por el mundo de los toros, por ejemplo, se la debo a él y en ese entorno he conocido a muchas buenas personas.

--¿Se puede enseñar a ser buena persona?

--Claro. A mis hijas les digo que vayan siempre a cualquier sitio con mucha educación. Puedes tener 18 carreras, pero si no actúas con respeto, no eres nadie. Con esos valores siempre encontrarás ayuda en cualquier sitio. Seguro.