Todo éxito comienza con un primer paso. Los saben bien dos empresas que están integradas en el grupo BNI Desafío Almendralejo y que se han convertido en referentes en sus respectivos sectores: Hoteles Acosta y Empresas Quín. ¿Qué pueden tener en común dos negocios tan dispares como los hoteles o las pinturas? En BNI les une su trayectoria, siempre en continuo crecimiento y expansión, y también les avalan sus clientes.

Alberto Acosta, de 36 años, es el menor de los hermanos Acosta e hijo de Manolo, el fundador de la cadena hotelera independiente más grande que tiene hoy Extremadura. Dispone de más de 500 plazas para la comarca de Tierra de Barros distribuidas en sus dos hoteles de Almendralejo (Acosta Centro y Vetonia) y el de Villafranca de los Barros (Acosta Ciudad de la Música). Precisamente, Alberto gestiona más directamente este último, aunque «nos consideramos un equipo en la toma de decisiones de todo el grupo», puntualiza.

Su padre, Manolo, ya fue fundador en los 80 del hotel Los Ángeles y creyó en el negocio alquilando habitaciones de pisos. Primero abrió el Vetonia, en 1992. Más tarde el Acosta Centro, en 2006. Y luego, adquirieron el Hotel Romero de Villafranca para reconvertirlo y modernizarlo.

La cadena de Hoteles Acosta no solo ofrece las ventajas de un hotel, sino que también se convierte en programador de actividades para sus clientes, ya que puede organizar catas, visitas a bodegas, experiencias turísticas y asesorar en restauración. «Realmente, nos hemos convertido en la referencia para cualquier persona que se hospeda en la zona», dice.

Entre sus tres edificios cuenta con más de 5.000 metros cuadrados repartidos en 22 salones para cualquier tipo de evento: bodas, comuniones, comidas de empresa, convenciones, conferencias. Ahora, Alberto recuerda que el Hotel Acosta Vetonia está abierto de emergencia para dar servicio a los que precisan trabajar durante el estado de alarma. Está operativo tanto para comidas como para pernoctaciones, con 62 habitaciones disponibles.

Superación

Antonio Quintero, gerente de Empresas Quín, es un superviviente. Y no solo porque hace dos años superara un paro cardíaco cuando jugaba un partido de fútbol, «volví a nacer» reconoce, sino que también ha sabido reinventarse en los negocios.

Natural de Talavera La Real, Antonio se introdujo de joven en una empresa de yesos y escayolas que era propiedad de su suegro, pero la crisis del 2009 la barrió del mapa. Necesitaba reinventarse y, en 2011, rescató a antiguos compañeros para abrir Pinturas Quín. «Primero instalamos una tienda para abastecernos, pero la demanda fue cada vez mayor y tuvimos que crecer». Hoy día, su negocio Colorquín ocupa más de 400 metros cuadrados. También creó Pladurquín y Decorquín, todas relacionadas con el sector.

La gran especialidad de Empresas Quín es la pintura industrial, especialmente los tratamientos dificultosos. Aplican corchó natural en cubiertas para reducir temperaturas en interiores, protecciones contra el fuego o tratamientos en termosolares. «Somos aplicadores homologados de primeras marcas del mercado y eso nos permite darle al cliente siempre el mejor precio y la una garantía confirmada», explica. Iberdrola, Acciona, Moncobra, Endesa o Conesa son algunos de sus clientes. Sobra hablar de la garantía de sus trabajos teniendo en cuenta que gozan de la confianza de gigantes internacionales.