Cuando la burbuja de la construcción ha pinchado y el Ministerio de Fomento ha restringido drásticamente la ejecución de muchas obras públicas, tres jóvenes pacenses -entre ellos uno de Almendralejo- han decidido hacerse "constructores de puentes". Según Martín Descalzo, no hay tarea más hermosa que dedicarse a ser puentes entre las personas y entre las cosas, sobre todo cuando hay tantos que se empeñan en ser constructores de barreras y de zanjas. Un puente participa de las dos orillas. Y un puente entre Dios y los hombres -que es lo que han escogido ser estos tres jóvenes al ordenarse sacerdotes el sábado, 25- supone renunciar, al menos en parte, a la condición humana para ejercer ese oficio de mediador y de transportador de orilla a orilla. Saben nuestros nuevos curas que sale caro hoy ser puente porque un puente humano es fundamentalmente alguien que soporta el peso de todos los que pasan sobre él; saben que la resistencia, el aguante y la solidez son sus virtudes y saben que cuenta, sobre todo, su capacidad de servicio. En un tiempo en el que el bienestar, el utilitarismo y la comodidad están a la orden del día, renunciar a tantas cosas lícitas -para dedicarse en exclusiva al servicio de Dios y de los hombres y mujeres de nuestro mundo- supone un aldabonazo a tantos "vacíos integrales" que el desencanto, la indignación y la desesperanza han instalado en el corazón de muchos chicos y chicas. Felicitamos efusivamente a Francisco Copete, David Bueno y Julián Cádiz y pedimos a Dios que la ilusión, con que pronunciaron su SI ante la Iglesia en la Catedral de Badajoz, la revivan con gozo todos los días de su vida.