Ni el frío, ni el agua ni el viento asustaron a los almendralejenses para vivir su tradicional día de las Candelas. Es una fiesta que gusta demasiado entre los vecinos como para perdonarla. Es la noche perfecta para reunirse con amigos y familiares y volver a charlar, después de la dura cuesta de enero, al calor de una buena hoguera.

Hasta 76 candelas prendieron en la noche del 1 de febrero. Todas fueron autorizadas por el parque de bomberos que, ante el desapacible día de lluvia y viento, las revisó para garantizar la seguridad. «La gente ya está muy concienciada. Aquí no se trata de hacer la candela más grande o más alta, sino de pasarlo bien entre amigos. Y la gente se ha dado cuenta», resaltó el jefe de los bomberos.

Con ese civismo, los almendralejenses volvieron a disfrutar de las tradiciones comiendo el choricito, la panceta, los pinchitos junto a una copa de vino o cerveza y, lo más importante, una buena compañía.

Son los centros educativos, institutos y colegios, los que más mueven esta fiesta durante días. Los alumnos instalan barras de bebida y comida para sacar dinero para la excursión a final de curso. Por la mañana también hay candelas para los pequeños como en la guardería Pimpirigaña o para los chicos de Includes. Y es que las Candelas, por muy antiguas que sean, son sagradas para los de Almendralejo año tras año.