La enfermedad COVID-19 es uno de los grandes problemas a los que nos enfrentamos hace unos meses, no solo en España, sino también en una buena parte del planeta.

En estos meses que han pasado desde la primera alerta en la ciudad china de Wuhan, se ha generado tal cantidad de información y desinformación, que ha dificultado enormemente la actualización correcta de los datos.

Una de las medidas a tener en cuenta, de la cual hasta ahora la información no estaba del todo clara, es el uso de MASCARILLAS.

En unas condiciones ideales, donde pudiesen existir mascarillas para todo el mundo, debemos decir que, aunque protegiesen poco deberían usarse, ya que, aunque por las características que presenten no filtren al 100%, suponen igualmente, una importante y primera barrera de contención.

Antes de adquirir una mascarilla hay que tener claro cuál es la más válida, para protegerse frente a determinados agentes, ya que no todas son adecuadas para prevenir la infección producida por el coronavirus. Hay que tener en cuenta el tipo de riesgo de cada persona, ya que no es lo mismo convivir junto con personas contagiadas o que sean posibles focos de contagio a habitar en un entorno sin contaminación directa.

Las denominadas mascarillas quirúrgicas tienen como finalidad evitar la transmisión de agentes infecciosos por parte de la persona que las lleva, diseñadas de tal forma que evitan la diseminación de dentro hacia fuera de microorganismos normalmente presentes en la boca, nariz o garganta, protegiendo en este caso a la persona que tengamos a corta distancia.

Pero realmente son las denominadas mascarillas de protección individual, las que pueden protegernos de un posible contagio por coronavirus, que es el tema que nos preocupa. Éstas a diferencias de las anteriores, están diseñadas para trabajar de fuera hacia dentro.

Son mascarillas auto filtrantes para partículas o aerosoles, que pueden ser plegables o preformadas, y pueden llevar o no una válvula con filtro (esta válvula la hace más cómoda para el usuario ya que disminuye la resistencia al paso del aire), pero lo realmente importante a tener en cuenta es el índice de protección.

La norma europea EN 149 establece 3 categorías o niveles de protección FFP1, FFP2 o FFP3, en función de la eficacia mínima de filtración, que en este caso es de un 78% para las FFP1, un 92% para las FFP2 y un 98% para el caso de las FFP3.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda para este caso una eficiencia de filtración de al menos el 95% para partículas de 0,3 micras de diámetro. Este nivel de protección, en la clasificación europea, se queda de camino entre la FFP2 y FFP3.

Por lo tanto, en zonas de riesgo moderado-bajo, si no se pueden obtener mascarillas de FFP-3, bastar con usar mascarillas FFP-2, mientras que las mascarillas FFP-3 se utilizarán en circunstancias donde el riesgo sea alto.

Desde CONSULTORA DE HIGIENE, recalcamos que, ante una situación de riesgo, las mascarillas son una medida complementaria a otros medios de protección y prevención, como guantes, equipos de protección individual, etc., y sin duda una medida complementaria y no sustitutiva a la LIMPIEZA, a la HIGIENE y a la DESINFECCIÓN, a nivel personal y a nivel de instalaciones.

Ana Franganillo

Bióloga del departamento de Calidad del Grupo DIHEX