Un refrán recurrente atribuido a Buda dice que «no es más rico el que más tiene, sino el que menos necesita». Esta reflexión, que esconde posiblemente una gran verdad, se la hacen muy a menudo en Despierta Almendralejo, oenegé netamente local que trabaja en proyectos que ayuden a mejorar la vida de los residentes en Almendralejo y en otros de cooperación internacional. Cuando nació, muchos se preguntaron el porqué de ese nombre, y la respuesta fue sencilla y clara: «Porque queríamos hacer despertar a nuestros vecinos de que nuestra vida es extraordinaria. Queremos concienciarles de que en dos terceras partes del mundo están pasando calamidades para vivir. Para comprobarlos solo hay que salir y viajar. Lo nuestro es extraordinario y hay que valorarlo», asegura Martín Bermejo, presidente y fundador de Despierta.

Uno de los grandes retos que se puso la oenegé desde su creación hace casi cinco años es hacer un viaje de concienciación solidaria. Primero se pensó ir a una zona subdesarrollada de Perú, donde el agua caliente, la electricidad y los móviles no existen. «Pero nos costó encontrar jóvenes para ir, por eso ahora hemos cambiado». El nuevo plan tiene otro destino: África.

Este es uno de los sueños de Martín Bermejo, quien está convencido de que un viaje de este tipo cambiaría la vida de estas personas. O, al menos, su manera de afrontar los problemas cotidianos. El destino elegido es Mbiuni, en el corazón de África, un lugar donde Despierta Almendralejo lleva tiempo trabajando en uno de sus proyectos de cooperación internacional consistente en dotar de material e infraestructuras el centro de rehabilitación Santa María, donde hay más de 150 niños con discapacidades físicas y psíquicas.

De hecho, Martín acaba de regresar de Kenia. Allí ha estado semanas trabajando en la segunda fase de la reconstrucción de este centro. Con su equipo de cooperadores construyeron hace tiempo un invernadero, y placas solares para dotarlo de electricidad y agua caliente, depósitos de agua y una lavadora industrial. Ahora han completado su obra haciendo otros dos invernaderos, y consiguiéndoles 15 sillas de ruedas y materiales de gimnasia para la rehabilitación de los niños.

Pero, en el fondo, lo que quiere es que la gente vaya a África para reencontrarse con la felicidad, y, a tal fin, busca voluntarios que viajen el próximo año 15 días a Mbiuni para convivir con los niños y ayudarles en lo que necesiten. 15 días sin prisas, sin estrés, sin whatsapp ni llamadas. «Quiero que se den cuenta de dónde venimos y qué hay en otras zonas del mundo. Para estos niños, la sola presencia de ellos es algo extraordinario. Quiero que vean que pueden dar más de lo que tienen». Y para lograrlo, dejan abiertos sus perfiles sociales para los interesados en acudir, aunque también se pueden apuntar en la tienda que tienen en la calle Carolina Coronado.