Los últimos previos en el Euromillón y la Primitiva ya venían anunciando en las últimas semanas que la suerte estaba rondando por Almendralejo y ha sido en el sorteo más especial del año, el de la Navidad, donde el tarro de la fortuna se ha destapado por completo. Hasta la capital de Tierra de Barros han llegado cuatro millones de euros que estarán muy repartidos entre muchas familias de la localidad. Curiosamente, ningún décimo premiado fue comprado en Almendralejo, pero el cariño que los almendralejenses tienen por adquirir lotería de fuera les ha valido esta vez para llevarse un buen pellizco.

Unos 3,6 millones de euros los ha traído solamente una persona. Su nombre es Alonso Céspedes, un viajante que suele trabajar en el mundo de los vinos y que se trajo la suerte con 30 décimos del segundo premio adquiridos en Fuengirola. El resto obedece a un solo décimo del Gordo’que se van a repartir una veintena de coordinadores de la empresa Grupo Konecta.

Dicen que la mejor de las suertes es compartirla. Y esto ya lo conoce muy bien Alonso Céspedes. Su historia pasará a ser una de las más emotivas que se recuerden relacionadas con la lotería de la Navidad. Alonso, que se encontraba pasando unos días en Fuengirola, decidió ir a una administración de allí a coger un número que repartiría solo entre amigos y familiares. Pidió uno distinto al premiado, pero la lotera dijo que solo tenía 28 décimos y Alonso buscaba 30. Entonces cambió de elección y con ello giró también la vida de todos los agraciados. El número 04536 escondía el segundo premio de la Lotería de Navidad, es decir, 125.000 euros por cada uno de los décimos. «Suelo traer lotería de fuera todos los años, pero siempre por encargo. Más o menos 30 es la cantidad que suelo repartir, siempre entre amigos y familiares. Y fíjate esta vez», comentó ayer a las puertas de Casa Emilio, el bar donde se agolparon muchos de los agraciados a celebrar su suerte.

28 de los décimos adquiridos por Alonso se han venido para Almendralejo, otro se quedó en tierras manchegas y otro en la misma Fuengirola. «Yo nunca juego a las loterías, solo a la de Navidad, pero ahora tengo la sensación que podría experimentar un lotero», señaló entre risas y bromas. «De lo que más me alegro es de algunos amigos míos que les ha tocado y si lo necesitaban de verdad. Es más bonita la sensación de repartirla que de que te toque», admitió.

La felicidad también se desbordó en la tienda de alimentación llamada De paso, situada en la carretera de Aceuchal. Allí celebraba Antonio Marín, junto a otros agraciados, la suerte que Alonso Céspedes les había traído desde tierras andaluzas. «No me lo puede creer. Ha sido increíble. Estaba en el huerto cogiendo limones y de repente me he pinchado. He entrado a curarme a casa y estaba puesta la radio con la lotería. Tenía varios décimos encima de la mesa y de repente estaba mirando uno cuando al mismo tiempo estaban diciendo los números. He tenido que escucharlo varias veces para creérmelo».

La familia, que eufórica abría la botella de cava para celebrarlo a las puertas de su tienda, aún no sabe donde empleará este dinero. «Como lo voy a saber si nunca he tenido tanto», exclamaba casi llorando.

Un Gordo / La alegría también se desbordó en la empresa de comunicaciones Grupo Konecta, donde trabajan centenares de personas. 20 coordinadores de una de las secciones compartían el número 66513 correspondiente al Gordo de Navidad. Fue uno sus clientes de la empresa Jazztel en Madrid quien les trajó el décimo que les ha regalado unos 20.000 euros a cada uno. Pepe Molina, uno de los jóvenes agraciados, explicó que durante los últimos meses habían estado realizando un bote entre todos para comprar varios décimos de lotería. Y entre ellos, el Gordo. «Había gente en casa viendo el sorteo y nos ha llamado a la empresa para contarnos la noticia. No les hemos creído y hemos seguido trabajando, hasta que alguien de dentro nos ha dicho que era verdad. Una locura», explica con alegría.

Al centro de trabajo fueron acudiendo a cuentagotas todos los agraciados, ya que algunos estaban librando. La empresa, que opera a centenares de entidades, no pudo evitar que durante unas horas el trabajo quedara en un segundo plano.