Alumnos voluntarios del centro universitario Santa Ana han estado recuperando y limpiando una de las norias más antiguas de la ciudad durante este curso ubicada en la huerta de Antonio Blanco Blanquito , junto al arroyo Harnina.

No es la única noria de estas características que hay en la ciudad. Hay varias que tienen siglos y se construían cercanas al arroyo para aprovechar el agua y regar las huertas. De la misma forma que se edificaban los molinos junto al Harnina para aprovechar la corriente del agua.

Su falta de uso y el tiempo han provocado que se deterioren. Por eso, algunos voluntarios se han decantado por recuperarlas. Para ello se ha establecido un acuerdo con el propietario de la huerta a través de los denominados acuerdos de custodia (un instrumento de colaboración que busca la conservación del paisaje y promover la participación). Estos se realizan a partir de una entidad de custodia (que en este caso sería Santa Ana o una asociación creada para tal fin) que aporta técnicos y voluntarios para trabajar con los dueños de los terrenos donde se encuentran los bienes o valores a proteger.

Santa Ana pretende así establecer un marco estable en el tiempo que pueda gestionar las actuaciones y el voluntariado e incorporar a la red de proyectos Rios. Incluso está en conversación con la Confederación Hidrográfica del Guadiana para establecer un acuerdo de custodia fluvial y poder determinar tareas en los arroyos y en las zonas colindantes.

Además, el centro universitario ya ha hecho algunas actuaciones en el Harnina gracias al plan Bolonia. Este nuevo sistema educativo centra la enseñanza en el aprendizaje autónomo del alumno, lo que implica otras modalidades y métodos de enseñanza. Santa Ana ha elegido este curso los arroyos Harnina y Picadas como "campo" de experimentación y trabajo para aplicar modalidades como el trabajo cooperativo en grupo o clases prácticas de campo. Así, han estado limpiando algunas zonas de los arroyos y preparando las especies que los habitan.