Nadie estaba preparado para una situación así. Ese es el sentir generalizado que hay en el mundo de la educación, tanto en docentes como en padres y alumnos. La brecha digital, los recursos y las capacidades se enfrentan al tiempo que se escurre del calendario escolar sin saber si los alumnos podrán o no aprovecharlo.

No hay un protocolo unificado para dar clases en un colegio o un instituto a día de hoy. En Almendralejo, la mayoría de los centros utilizan las plataformas de Rayuela o Clasrsroom para coordinar los envíos de los trabajos a sus alumnos que esperan en casa. Pero en cada hogar hay una historia. «Hay familias que no tienen internet, o bien porque no pueden o porque están en San Marcos. Otros solo tienen un ordenador para varios hijos. Otros solo tienen un PC, pero lo tiene que usar el padre o la madre que teletrabaja. Algunos no saben utilizar las plataformas y otros ni siquiera tienen dispositivos electrónicos», dice Félix Zambrano, director del colegio Antonio Machado y coordinador del comité de escolarización este curso.

Para ayudar a las familias que no tienen dispositivos, cada centro va a ceder una decena para llevarlos a estas casas. «Hemos priorizado diez alumnos por cada colegio de cursos de quinto y sexto, pero hasta esto es difícil de baremar». Necesitan autorización de la Consejería de Educación para sacar del centro los dispositivos y permiso también para trasladarlos.

Para Zambrano, el problema es «la retroalimentación». Entiende que no todos los profesores pueden dar por igual una clase. Unos hacen conferencias on line. Otros graban vídeos. Otros suben simplemente trabajos a la plataforma. Otros hacen llamadas telefónicas personalizadas a los alumnos. «Y no todo el profesorado está capacitado tecnológicamente para dar clases por internet porque es algo que nunca se había hecho», precisa.

El siguiente problema que se presenta es sobre cómo evaluar a los alumnos. ¿Se pueden hacer exámenes sin el profesor delante? ¿Copiarían los alumnos o pedirían ayuda a sus padres? «Es algo incontrolable», asegura Félix Zambrano, quien diferencia entre dar clases a alumnos en institutos, más preparados para usar estas tecnologías, que las clases de primaria, por ejemplo, a niños pequeños.

«De lo que sí podemos estar orgullosos es de cómo nos exigen los padres. Eso dice mucho de cómo se involucran en la educación a sus hijos», dice.