El año que dejamos pasará a la historia como el del cambio en las formas de entender la escala de valores económicos de la Vieja Europa , pero también como el primero en el que los premios del tradicional Sorteo de Lotería de Navidad reemplazaron el soniquete de sus premios en pesetas por la nueva moneda comunitaria. Llegó el euro y con él la cotidianeidad de una moneda única para más de 300 millones de europeos. Año nuevo, dinero nuevo. El euro se convertía así en una realidad asentada en nuestros monederos como forma de concebir la economía en la Europa de los Doce.

La adaptación al euro no fue difícil para la mayoría de extremeños que, un año después, tienen asimilado el canje aunque volviendo al recurso de comparar los precios con la antigua divisa, la peseta.

Según un estudio del Observatorio del Euro en Extremadura, el 70 por ciento de la población extremeña reconocía que la adaptación al euro no había sido traumática, gracias en parte a las campañas informativas llevadas a cabo por la Administración.

En España, según datos del Eurobarómetro publicado en octubre de 2002, el 68 por ciento de los españoles consideraba que la introducción del euro había sido beneficiosa para la economía española, contribuyendo a fortalecerla. En ese sentido, los extremeños y los españoles son más optimistas que la medida de ciudadanos de la Unión Europea, que sólo ve ventajas económicas en un 59 por ciento.

Los motivos: Un 96 por ciento de los españoles considera que el euro es un gran ventaja para viajar aunque sólo el 20 por ciento ha tenido la oportunidad de experimentar sus beneficios. Además, los españoles han sido los ciudadanos con menos dificultades para distinguir y manejar monedas euro (un 85 por ciento lo encuentra fácil) y billetes (un 93 por ciento asegura no tener dificultades en su uso).

Pero la peseta sigue viva en nuestras vidas. Las estadísticas demuestran que menos positivos son los datos sobre los cálculos mentales de los precios: sólo el 20% de la población asegura efectuar estas cuentas siempre en euros, el 36 por ciento lo hace tanto en pesetas como en euros y un 43 por ciento de los encuestados continúa pensando en pesetas la mayor parte del tiempo.

UN NUEVO FUTURO

El inicio de año marcaba así un nuevo futuro para los ciudadanos de la Unión Europea que afrontaban esta nueva etapa como algo más que una cuestión económica. En Extremadura, quince días bastaron para que la mayoría de los extremeños se adaptaran a utilizar un euro como 166 pesetas.

El proceso sin embargo no estuvo exento de complejidad, sobre todo por la escasez inicial de monedas y billetes y la subida de los precios en algunos productos y servicios.

Un año después de la entrada del euro, las asociaciones de consumidores mantienen sus críticas contra la Administración por considerar que no se pusieron controles suficientes para contener los redondeos al alza y señalan a la hostelería y la alimentación como los sectores donde más subieron los precios. En ese sentido, los consumidores calculan que un 1,3 del casi 4 por ciento de la inflación actual está relacionada con el impacto de la moneda única en los precios". Durante el año que ahora termina, los productos que más subieron fueron la leche y los batidos, el pan, las frutas y verduras y la charcutería.

A pesar de los doce meses transcurridos desde la incorporación de la nueva moneda europea a nuestros bolsillos, el Banco de España cifra en 360.226 millones de pesetas (2.165 millones de euros) las monedas y billetes que no han sido cambiados aún por la nueva divisa europea, un 4 por ciento del saldo total en circulación a finales de 2001, según datos de un informe elaborado por el instituto emisor sobre Un año del euro .

El pasado 30 de junio concluyó el periodo de canje en las entidades bancarias, y desde entonces los españoles que todavía no hayan cambiado sus antiguas pesetas pueden hacerlo en cualquiera de las oficinas del Banco de España de forma gratuita y por tiempo ilimitado.

Por otro lado, el informe del Banco de España revela que el volumen de falsificaciones de billetes en euros detectados en la primera mitad del año fue muy inferior a las cantidades de billetes falsos registrados durante el mismo periodo de 2001 en las antiguas monedas nacionales.