En el último quinquenio la Junta de Extremadura ha elaborado tres normas que han intentado frenar la venta y consumo de bebidas alcohólicas entre los jóvenes, un auténtico fenómeno social que alcanza su máxima expresión en el denominado botellón , costumbre que se ha extendido a pasos agigantados por la mayor parte de pueblos y ciudades de la región.

En 1997 se promulgó la Ley de Medidas de Prevención y Control de la Venta y Publicidad de Bebidas Alcohólicas para Menores de Edad, donde se elevaba la edad mínima para poder comprar a los 18 años.

Posteriormente, el decreto 151 de 1998, que regulaba los horarios comerciales para 1999, recogía en su artículo 2.1 que las tiendas de conveniencia , más conocidas como multitiendas tendrían que permanecer cerradas entre las diez de la noche y las ocho de la mañana si entre los productos a la venta estaban las bebidas alcohólicas.

Finalmente, la Ley 1/1999, de Prevención, Asistencia y Reinserción de las Drogodependencias, en su disposición adicional tercera, autorizaba a los ayuntamientos a elaborar ordenanzas para limitar el consumo de alcohol "en determinados espacios públicos", sin que ninguna administración local utilizase esa facultad.

LOS MENORES

Pese a estas leyes, el botellón sigue creciendo y aportando datos preocupantes. De todos ellos destaca, sin duda, el que se dio a conocer el pasado mes de abril y que cifraba en 5.000 el número de menores enganchados a este fenómeno.

De los 35.000 jóvenes que acuden de media al botellón todos los fines de semana, entre 3.000 y 5.000 son menores. Estos datos se incluyen en la campaña Futuro, desarrollada por la Junta de Extremadura en centros de Primaria y Secundaria.

En todos los casos, el botellón genera conflictos vecinales. El 84% de los asistentes a esta práctica bebe combinados de whisky, ginebra o ron y muchos de ellos toma droga.

La moda de beber en la calle se repite en Extremadura de jueves a sábado, y de forma incesante. Los jóvenes ocupan lugares públicos hasta las cuatro o las cinco de la madrugada. Cáceres es la ciudad extremeña más castigada por esta costumbre.