Tony Blair y José María Aznar calificaron ayer de "paso fundamental" para la paz en Oriente Próximo el acuerdo para formar un nuevo Gobierno palestino alcanzado ayer entre Yasir Arafat y el primer ministro Abu Mazen. A la entrevista de una hora que ambos mandatarios celebraron ayer en Downing Street se unió por vía telefónica el presidente de Estados Unidos, George Bush.

Los líderes del Reino Unido y España se felicitaron de aquel pacto, "que abre nuevas expectativas de paz para la convivencia en seguridad y libertad de los estados de Israel y Palestina", según declaró el presidente español.

Blair agregó que, en cuanto se resuelvan las formalidades del nuevo Ejecutivo palestino, se publicará la hoja de ruta para retomar las negociaciones con Israel. "Ahora existe una posibilidad real de que se produzcan progresos en Oriente Próximo", declaró el premier británico.

SANCIONES A IRAK

Blair y Aznar no quisieron pronunciarse sobre la vuelta de los inspectores de la ONU a Irak, una cuestión que los periodistas les plantearon directamente, ni sobre la forma en que deberían levantarse las sanciones. "Queremos que se terminen las sanciones cuanto antes", se limitó a decir el primer ministro británico, añadiendo que en el caso de las inspecciones de armamento tendrán que hablar con sus aliados y con las Naciones Unidas "para que pueda haber una verificación independiente". Sobre el futuro Gabinete que gobernará Irak, Blair anunció que los iraquís tendrán "una nueva Constitución" y que los aliados harán todo lo posible por "construir en Irak una comunidad jurídica".

Ante la eventualidad de que sea una autoridad islámica la que llegue al poder, Aznar respondió que el asunto no formaba parte de la misión de los aliados porque "de lo que se trata es de constituir una comunidad política y no es tarea nuestra construir una comunidad religiosa".

Aliados firmes en política internacional, la única discrepancia que se vislumbró ayer entre Blair y Aznar era de índole futbolística. El segundo le había llevado a su colega británico una bufanda del Real Madrid, que le regaló, mientras ambos presenciaban anoche en Downing Street el partido entre el equipo merengue y el Manchester United.