La apisonadora militar norteamericana ha quedado encallada en su avance hacia Bagdad después de que las tropas de EEUU perdiesen su invencibilidad a orillas del río Eufrates, donde ayer sufrieron numerosas bajas en duros combates con fuerzas iraquís muy inferiores en número y armamento.

La batalla de Nasiriya (375 kilómetros al sur de Bagdad) no sólo se saldó con una decena de norteamericanos muertos o prisioneros, sino que se transformó en una batalla mediática internacional tras la difusión televisada de imágenes de vídeo en las que los soldados cautivos, algunos de ellos heridos, fueron entrevistados ante las cámaras. Las escenas fueron vistas por los telespectadores del mundo entero, excepto por los de EEUU, ya que todas las cadenas de TV estadounidenses se plegaron a la petición de su Gobierno de que se autocensurasen y dejaron de transmitir el vídeo ofensivo .

LA CONVENCION DE GINEBRA

"Esas imágenes constituyen una violación de la Convención de Ginebra" sobre el tratamiento a los prisioneros de guerra --que entró en vigor en el año 1950--, afirmó airado el secretario de Defensa norteamericano, Donald Rumsfeld. El jefe del Pentágono subrayó que la Convención prohibía la filmación o interrogatorio público de los combatientes capturados, en una interpretación del artículo 13 que coincidió con el Comité Internacional de la Cruz Roja. Aunque parece que no se aplica de la misma manera a las imágenes humillantes de los prisioneros iraquís, que ayer mismo sí difundían repetidamente todas las televisiones de EEUU.

El propio presidente norteamericano, George Bush, advirtió poco después a los dirigentes iraquís que podrían ser castigados "por crímenes de guerra" si maltrataban a los prisioneros estadounidenses. Una admonición que sonaba cuando menos chocante de labios de quien mantiene cautivos en Guantánamo en condiciones infrahumanas, desde hace 14 meses, a unos 650 prisioneros capturados durante la guerra de Afganistán. Por un lado, la Casa Blanca les niega el derecho a toda defensa legal, aduciendo que son "combatientes enemigos". Por el otro, les niega el estatus que ampara la Convención de Ginebra, argumentando que tampoco son prisioneros.

BOMBARDEOS CONTRA BAGDAD

En cualquier caso, la primera derrota de las fuerzas invasoras en Irak cayó como una bomba entre la opinión pública de EEUU y sin duda levantará una encendida polémica sobre la situación de los cautivos y el cumplimiento, en su caso, de las normas internacionales que Bush ha violado abiertamente al desencadenar la guerra. Nadie en el Pentágono se planteó la legitimidad del ataque antes de descargar un infierno de bombas y misiles contra Bagdad.

La capital iraquí siguió siendo objeto ayer de sucesivas oleadas de bombardeos, pero el régimen de Sadam Husein se mantuvo desafiante y su vicepresidente, Taha Yasin Ramadan, proclamó: "Deseamos que los invasores vengan a Bagdad para que podamos enseñarles una lección". El aire de la ciudad se hacía ya casi irrespirable por las negras humaredas de los fosos con petróleo ardiendo que fueron excavados como medida defensiva para despistar a los misiles. Los médicos ya han alertado de las secuelas para la salud, pero prefieren el humo a los misiles.

Según Ramadan, 77 civiles perecieron en Basora --la segunda ciudad del país, al sur-- a causa de los bombardeos anglonorteamericanos con "bombas de fragmentación prohibidas por las leyes internacionales".

En el cada vez más extenso campo de batalla, la situación militar empeoró súbitamente para las tropas invasoras, que libraron una clásica batalla artillera a las afueras de Nasiriya antes de apoderarse de una estratégica cabeza de puente en el Eufrates. Pero los defensores recurrieron a las clásicas tácticas guerrilleras y siguieron hostigando durante todo el día al Séptimo Regimiento de Caballería de EEUU.

Más al norte, en Najaf, a sólo 155 kilómetros de Bagdad, fueron milicias irregulares con furgonetas equipadas de ametralladoras las que detuvieron durante siete horas el avance de la Tercera División de Infantería. Unos 70 iraquís perecieron en la batalla, que "ni siquiera fue una lucha justa", según explicó después el coronel Mark Hildebrand. "No sé por qué no se rindieron directamente".

En el extremo sur del país, donde también se recrudecía la resistencia iraquí en plazas supuestamente rendidas como Um Qasar o Basora, el sargento de marines Jim Kirkham también se sorprendía: "Yo estuve aquí en la anterior guerra del Golfo y, la verdad, me esperaba que levantasen los brazos y se rindiesen". A continuación, dio respuesta a la pregunta del coronel Hildebrand con honesta sencillez: "Somos como una fuerza de invasión aquí, y si llega un Ejército invasor, uno resiste".

ESTRATEGAS SORPRENDIDOS

Eso es lo que hicieron los iraquís en todo el largo frente de batalla, desde Um Qasar hasta Najaf, pasando por Tallit y Samawah. Los estrategas norteamericanos se mostraron sorprendidos de que brotasen bolsas de resistencia en todas las poblaciones y el Pentágono tuvo que admitir que Estados Unidos había de lamentar muertos en combate, desaparecidos en acción y prisioneros de guerra.

Los horrores del conflicto bélico han sacudido, de pronto, la conciencia de un país que asistía a su guerra como si fuera un videojuego.