Nuria Varela prepara su segundo viaje a la zona de Irak en menos de dos meses. Esta periodista de Interviú ha trabajado como reportera en los campos de refugiados de Croacia, Pakistán y ha conocido sobre el terreno la matanza de Acteal en Chiapas y el dominio talibán en Afganistán. Ayer visitó Almendralejo para clausurar los actos del Día de la Mujer con el recuerdo aún de su última visita a Bagdad durante la primera semana de febrero con la Plataforma de Mujeres Artistas.

¿Cómo enontró Irak en su última visita?

-- Bagdad es una ciudad donde sus gentes aún mantienen su cultura autóctona a pesar de la situación internacional. Allí, los medios de comunicación no hablan con libertad y se vive en una dicatadura.

Aún resuenan los ecos de el anterior conflicto.

-- En la Guerra del Golfo murieron 125.000 civiles, se destruyeron 98 hospitales, 898 centros de salud y 3.800 escuelas. Tras ese conflicto, el país entró en una grave crisis y el índice de paro laboral se ha disparado, los niñas han abandonado el colegio para empezar a trabajar.

Esos habitantes de Bagdad, ¿cómo cree que estarán viviendo los ataques?

-- El viernes precisamente llamé a una amiga marroquí que habita en el centro de la capital de Irak y me contaba que la tensión en esa ciudad es enorme. La población está muy castigada y empobrecida.

¿Cuál es la situación de la mujer en medio de todo este conflicto?

--Es muy dura y delicada, la mujer siempre pierde en todas las guerras. Las de Irak tiene la tasa más baja de empleo desde 1985, sólo trabajan 50.000. La participación de la mujer en el proceso de paz posterior al conflicto será nulo, ya que no tiene representación, ni siquiera en la gestión de los campos de refugiados donde el 80% son mujeres y niños.

El conflicto ya se ha cobrado la vida de algunos informadores, ¿el reportero de guerra pasa miedo?

--Se siente mucho miedo. A eso hay que añadir la responsabilidad de informar y de contar lo que se está viendo cuidando de los equipos porque sin ellos no se puede trabajar ni estar allí. Hasta que no se vive, no puedes imaginar lo que es narrar en medio de un bombardeo, es indescriptible. Estar en una guerra como periodista te cambia la vida.