Todavía muchos se preguntan cómo es posible que con la que está cayendo la gente no acudiera masivamente a las manifestaciones convocadas el pasado 1 de Mayo por los sindicatos.

Y los datos ponen de manifiesto la realidad de esa afirmación. Utilizando, por ejemplo, los más cercanos: 2000 mil personas se concentraron en Badajoz habiendo en la ciudad 20 mil parados, según la última EPA. Y unas 10 mil personas, siendo generosos, acudieron a las manifestaciones en toda Extremadura con 181 mil personas que sufren el desempleo en la región. ¿Han perdido credibilidad los sindicatos? ¿Somos reacios a salir a la calle y manifestarnos? ¿O la economía sumergida es más de lo que pensamos y no hay tanto paro como dicen las encuestas?

Pues seguramente la respuesta a la escasa participación en las manifestaciones del 1 de Mayo en proporción al número de parados habrá que buscarla en una pequeña dosis de cada una de esas tres realidades. Creemos cada vez menos en la acción de sindicatos, así como del resto de herramientas de participación democrática. Nos gusta que nos lleven la solución a casa y si es envuelta en papel de regalo, mejor. Y por supuesto convivimos con una economía sumergida del casi el 20%.

Pero que haya habido más o menos gente en la calle el pasado miércoles no puede alejarnos del debate más importante y necesario que no es otro que el drama social que supone el desempleo y que están viviendo millones de personas en nuestro país. Y otros datos lo atestiguan: como el número de gente que desbordan los comedores sociales. O el hecho de que abra sus puertas el primer economato social de Extremadura.

La situación es excepcional y las soluciones también deben serlo. El tan cacareado pacto entre los agentes sociales y económicos se hace cada vez más necesario y tristemente irreal. ¿Serán capaces de ceder cada uno parte de sus pretensiones para alcanzar ese acuerdo? Muchos ciudadanos desconfían tanto de ello como de salir a manifestarse un primero de Mayo.