La Comunidad Terapéutica Arca de Noé, creada en Badajoz por Apatyrs (Asociación para la Ayuda al Toxicómano y su Reinserción Social, Centro de Rehabilitación de conductas adictivas), cumple 29 años de labor asistencial, formativa y de desintoxicación en los que ha atendido a unas 4.000 personas, según su director, Vicente Gutiérrez.

Con sede en la calle Alfonso XIII, en San Roque, donde se encuentran las oficinas, la comunidad realiza su trabajo diario en el centro que tiene en las Casas Aisladas de Gévora, en una parcela en la que han ido construyendo varios edificios, en los que se ubican una residencia, estancias comunes y talleres.

Es en este centro donde los usuarios ingresan y pasan por dos fases, la primera de deshabituación; y la segunda, de desintoxicación, explicó Gutiérrez, director del centro, fases en la que ahora hay 20 personas.

Su labor central es acoger y tratar a personas con algún tipo de dependencia, a las drogas, al alcohol «y en alguna ocasión hemos acogido también a alguien que se encontraba tirado en la calle, pero sobre todo a drogodependientes para su desintoxicación», explicó.

VARIAS VÍAS DE ACCESO / Los usuarios llegan al Arca de Noé por varías vías, bien por decisión personal, o de las familias, o de los Cedex de la Junta, de trabajadores sociales, ayuntamientos, oenegés, o por orden judicial. «En un caso nos mandó a una persona una organización médica, que se quedó muy sorprendida porque lo acogiéramos enseguida, sin tener que esperar».

La comunidad atiende a personas de todas las edades, normalmente adultos, pues «a los jóvenes no solemos cogerlos porque no consideramos que sea el recurso adecuado para ellos, porque con tanta gente mayor, en vez de hacerles bien, se les puede hacer mal», señaló Gutiérrez.

Tras su paso por la comunidad, en torno a un 10% se mantienen «limpios». El porcentaje de recaída «es muy alto; de los que salen, hay un tiempo, un año o año y medio, que se mantienen desintoxicados en torno a un 30%, pero la mitad de estos suelen recaer., según lo que a nosotros nos consta, en la ciudad de Badajoz».

Algunos de los que alcanzan la integración colaboran después con el centro, que cuenta con toxicóloga, trabajador y asistente sociales y voluntarios que realizan actividades como ajedrez terapéutico, o deportes, que se suman a los talleres de la comunidad, de albañilería, herrería o pintura, además de otros de prevención de recaída, violencia de género, deshabituación del tabaco, o rehabilitación cognitiva.

REDUCCIÓN DEL DAÑO / Judith Camello, trabajadora social, es responsable del programa Sacuara -lo financia el SES y recibe una ayuda de la diputación-, que tiene dos fases: desintoxicación y reducción del daño. En él se atiende a personas sin medios para que no estén en la calle mientras están en lista de espera de los Cedex u otros recursos, «o nosotros mismos los inscribimos en el Cedex para que entren en la lista para acceder a comunidades terapéuticas», dijo.

La segunda fase está dedicada a la reducción del daño. En ella entran personas «a través del Cedex, que están consumiendo metadona y se les va disminuyendo poco a poco la dosis».

En este programa, según Judith Camello, «están cubiertas cinco o seis de las diez plazas disponibles». Estos usuarios siguen en tratamiento a través del Cedex, facilitándoles la metadona que el centro recoge semanalmente de las farmacias.