Ciento dieciocho días quedan para las elecciones municipales y autonómicas del veintidós de mayo y empieza a resultar curioso que el hastío, el cansancio y la falta de reflejos y proyectos que se denuncian en el gobierno local se eludan en el regional. Vuelven las distintas varas de medir. La actualidad local se destapa entre ingeniosas metáforas. El método Kárate Kid, el discurso scotch brite, la lógica del avestruz, el teorema de Homer Simpson y la dialéctica del manierismo deambulan entre calles, blogs, redes sociales y plazas y esquinas de nuestros barrios y poblados. Es el arte que aparece siempre cuando se atisba una urna en el inmediato horizonte. Es como un resorte que a todos dispara hacia la confrontación, la reivindicación, la divulgación y, por supuesto, la divagación.

Comentaristas y otros artistas que se muestran seducidos por el método del viejo karateka: dar cera, pulir cera. El problema es que nunca cambian de coche. El asunto de las prostitutas cerca del embarcadero es tan serio y complicado que no se puede despachar con propuestas vacuas de aquellos para los que cualquier excusa vale con tal de transmitir en los demás el yo no puedo estar sin él. Se entiende que la aparición de las encuestas electorales provoque el mirar para otro lado o esconder la cabeza en quienes no salen bien parados pero no resulta convincente la propuesta toda vez que si el viento fuera a favor el rigor científico de las mismas sería insuperable. Una plataforma ciudadana de 14, 16 o 17 colectivos en un poblado de Badajoz con 900 habitantes ya resulta una sorpresa pero su lista de reivindicaciones, que de lograrse superaría a lo que yo tengo en mi barrio que es el casco antiguo, es subjetiva, inestable, lejos de lo verosímil y con cierta tendencia a la abstracción. O sea, manierista. A veces, las dosis de realismo son las mejores armas para la lucha. Homer Simpson dice que "cuando miro las caras sonrientes de los niños, sólo sé que están planeando golpearme con algo". Y sí, sucede igual con esos colectivos ciudadanos que supuestamente quieren lo mejor para la ciudad pero que son más arietes que cooperantes.

Habrá que ver si el tiempo no resucita a los electroduendes con aquello de "Soy Avería y aspiro a una Alcaldía".