Cincuenta y cinco menores infractores con conductas adictivas que tienen expediente abierto en la Fiscalía de Menores o permanecen internados en el centro de cumplimiento de medidas judiciales Marcelo Nessi han participado desde principios de este año en dos nuevos programas educativo-terapéuticos con los que se busca ofrecer alternativas a estos adolescentes para que recuperen el rumbo de sus vidas.

Las dos iniciativas se han puesto en marcha desde la Secretaría de Drogodependencia de la Consejería de Sanidad, en colaboración tanto con la Fiscalía de Menores como con la Consejería de Igualdad y Empleo, de la que depende el Marcelo Nessi, para intentar propiciar una intervención integral y desde diferentes ámbitos con estos menores y sus familias, ya que la implicación de éstas es fundamental para lograr el objetivo. De hecho, hay padres que participan en estos programas, aunque sus hijos no lo hagan, ya que son voluntarios.

Ambos programas los ejecuta Proyecto Vida de Cáritas. En el Marcelo Nessi trabajan en el propio centro en colaboración con sus profesionales, mientras que los menores derivados por la fiscalía siguen un tratamiento ambulatorio acudiendo a las instalaciones de Proyecto Vida, que mantiene reuniones periódicas con los técnicos de la fiscalía para supervisar los casos.

El perfil general de los beneficiarios es el de un varón con entre 16 y 18 años y consumidor de cannabis, aunque en cada programa se interviene de una forma diferente porque las circunstancias de los menores son distintas. Así, según explica la coordinadora técnica de Proyecto Vida, Begoña Hermosell, en el centro de menores el tratamiento se prolonga durante el tiempo que el adolescente permanece internado, y los jóvenes que llegan a través de la fiscalía asisten a diez sesiones.

En el Marcelo Nessi, de los 43 beneficiarios, el 93% son varones, y el resto mujeres. El 44% tienen entre 16 y 18 años y el 40% superan la mayoría de edad. El 63% son consumidores de cannabis y el 16%, de cocaína, mientras que el resto presentan adicciones a otro tipo de sustancias. El 47% de estos chicos ni estudian ni trabajan y casi la mitad cumplen internamiento por delitos de robo y hurto.

INTERES POR CAMBIAR Además, 12 jóvenes han iniciado el tratamiento derivados por la Fiscalía de Menores, al considerar ésta que eran susceptibles de aplicación de una medida extrajudicial. La mayoría son varones y el 78% ha empezado a consumir cannabis y el 22%, alcohol. Más de la mitad ni estudia ni trabaja, mientras que el resto sí cursa algún tipo de formación. Por edades, el 56% tienen entre 16 y 18 años y el resto, entre 14 y 16.

Para participar en este programa, los menores deben admitir su conducta de consumo, responsabilizarse de sus hechos y manifestar un interés por cambiar.

Quintín Montero, técnico de la Secretaría de Drogodependencias, quiso aclarar que los menores que participan en este programa no son drogodependientes, sino que han comenzado a experimentar con el uso de drogas. "Las circunstancias que han llevado a estos chavales a consumir son las mismas que hacen que delincan o que sean agresivos, todo obedece a las mismas causas", explica.

Por este motivo, la intervención que se realiza trabaja todos los factores de riesgo de forma conjunta y de manera multidisciplinar (Sanidad, Igualdad y Empleo, Fiscalía de Menores y Cáritas), con el objetivo de evaluar cuáles son en cada caso y cambiar aquéllos que en opinión de los profesionales están influyendo en ese momento "en mantener la carrera delictiva del joven".

Hasta la puesta en marcha de estos dos programas existía un "vacío" respecto a las actuaciones destinadas a menores con un consumo de drogas abusivo y problemático, ya que no encajaban ni en los proyectos de prevención ni en la red asistencial de atención a drogodependientes. Estos dos programas cubren el terreno "de nadie" que se situaba a caballo entre la prevención y la red asistencial que atiende los problemas de drogodependencias: "Se podría decir que es un tratamiento a la carta", apunta Montero.

Desde la Secretaría de Drogodependencia y desde Proyecto Vida se mostraron satisfechos de los resultados obtenidos con ambos programas. Un dato significativo, según Begoña Hermosell, es que un número considerable de los menores que han terminado el programa muestran su deseo de continuar su tratamiento en el Proyecto Joven, en el que los usuarios tienen problemas con las drogas pero no cumplen medidas judiciales.