Llegaron con sus pinceles, pinturas y paletas cargados de talento para derrocharlo -sin prisas, pero sin pausa- en lienzos que colocaron en distintos rincones del Casco Antiguo de la ciudad y en el parque del río. Desde la calle San Juan, subiendo por Moreno Zancudo, anclados en el rincón de El Silencio, aposentados junto a los soportales de la plaza Alta, en el balcón de la Alcazaba, en sus jardines, en la calle San Pedro de Alcántara, en la plazuela de la Soledad y hasta en el paseo Fluvial mirando hacia Puerta Palmas.

57 artistas acudieron ayer a la XX edición del Concurso de Pintura al Aire Libre, que organiza la Concejalía de Cultura del Ayuntamiento de Badajoz. Eran 17 más que en la edición anterior (concurrieron 40) y, según manifestó el alcalde, Francisco Javier Fragoso, el ayuntamiento ya se plantea incrementar la dotación de los premios, que anoche se repartieron en su mayoría fuera de la región.

El primero, dotado con 2.100 euros, fue para Abraham Pinto Mendoza, de Utrera (Sevilla). El segundo (1.800 euros), se concedió a Pedro Cebrián Redondo, de Navas de la Asunción (Segovia) y el tercero, al artista extremeño (1.200 euros), a Javier Fernández Carretero. El cuarto (1.000 euros) fue para José María Díez Martínez (Madrid) y el quinto (700), para Miguel San Pedro Díaz, de Almería. El sexto (600 euros) se otorgó a Raúl Sánchez Muñoz, de Navas de Oro (Segovia) y el séptimo, a Carlos Alberto Dovao Hidalgo, de Bormujos (Sevilla). Además se concedieron diez accésits de 150 euros, a Antonio Cantero Tapia (Málaga), Jesús Martínez Flores (Mérida), Rafael Carrascal García (Fuensalida, Toledo), Francisco Javier Sanz Plaza (Madrid), José Renato Madeira Ruiz (Portugal), Francisco Peralta Tineo (Jerez de la Frontera, Cádiz), Fernando Wilson Ruiz (Málaga), Pepe Bolaño (Valverde del Camino, Huelva), Joao Cabral (Portugal) y Blas Tomás Ibáñez (Valencia).

Más de la mitad de los pintores (30) procedían de fuera de la comunidad extremeña, la mayoría de Adalucía, cinco de Portugal y una joven de Armenia. Fragoso destacó que este concurso no es solo atractivo por sus premios, sino por el prestigio de su jurado, integrado por los críticos de arte Martín Carrasco y Javier Rubio Notoblock y el pintor Ángel Pérez Espacio.

De Fregenal de la Sierra, cuna de artistas plásticos, es Javier Fernández, ganador del tercer premio, el mismo que consiguió en una edición anterior. Ayer colocó el caballete en la plaza Alta. Es uno de los participantes más fieles a este concurso pues, según creía recordar, ha concurrido al menos en diez ocasiones. Eligió la plaza Alta porque «aunque parece un sitio muy obvio y muy fácil, es complicado porque tiene muchos motivos, muchos detalles, juegas con la perspectiva, no deja de ser una panorámica muy amplia y por eso a muchos pintores le echa para atrás». Ayer no pensaba en nada más que en «pintar y disfrutar». Y acertó.

Más abajo, en la calle Moreno Zancudo, se colocaron dos amigos portugueses. Joao Cabral ya participó el año pasado por primera vez en el concurso y obtuvo un accésit, como su amigo. Ayer Cabral obtuvo otro. Eligió el rincón de la entrada a la calle Encarnación, con las flores que cuelgan de los balcones de El Silencio en primer plano, un bello encuadre que seguro que para muchos viandantes podría pasar desapercibido. Joao suele participar en concursos de pintura al aire libre, que curiosamente en Portugal no se celebran. A este pintor le atrae sobre todo «poder aprender de los demás».

A pocos metros se colocó el conocido escultor José Luis Hinchado, esta vez delante de un lienzo. Participó el año pasado y, según contaba ayer, no debió irle demasiado bien, porque no le había cogido «la dinámica», la que sí tienen pintores profesionales del aire libre, «y competir con ellos es muy difícil». «Es muy divertido, para mí esto es como un día libre», comentaba. Nada que ver con sus esfuerzos como escultor.

Más allá, en la calle San Pedro de Alcántara, al pie del bar Los Navegantes, colocó su lienzo María Pírez, acompañada de su abuela, Francisca Muñoz, y de su padre, Nicolás, que también pintan. María estudia Bellas Artes en Sevilla, tiene 22 años y no solo era una de las participantes más jóvenes del concurso sino seguramente una de la que más veces ha concurrido, pues empezó cuando esta actividad se denominaba Mira el Guadiana. El año pasado consiguió un accésit. Su abuela seguía sus progresos. Decía sentirse muy orgullosa de su nieta «y ella de mí, porque el otro día vio una pintura mía y me dijo: abuela, no dejes de pintar». Ambas seguirán haciéndolo.