Quien quiere las come y quien no, las deja. Es la filosofía que está practicando el portavoz de Ciudadanos en el Ayuntamiento de Badajoz, Luis García-Borruel, a quien le trae al pairo que los otros grupos de la oposición --el PSOE, entiéndase-- critiquen que el acuerdo de investidura que permitió al popular Francisco Javier Fragoso hacerse con la alcaldía, no se limitase a aquel pacto inicial, sino que implícitamente llevase aparejado un compromiso de gobierno de mayor alcance, que ahora se ha traducido en un apretón de manos para sacar adelante los presupuestos municipales del 2016. Entonces fue a cambio de 21 lentejas y ahora son 61. Mal contadas, eso sí. Porque muchos de los temas que C's dice haber sonsacado al PP son propuestas que competen a otras administraciones, algunas no se van a incluir en el presupuesto sino en el plan de impulso (que no es lo mismo) y varias ya se habían anunciado aunque nunca llegaron a materializarse.

Da igual. Todos los grupos estaban de acuerdo en que los presupuestos dejaban "poco margen de maniobra". Será por eso que el PP los presentó con tanta desgana. Mejor dijo: ni siquiera los presentó. Se limitó a enviar el viernes de Carnaval a la oposición una carpetilla con unos cuantos papeles llenos de números, que no se atrevió a defender ante los medios de comunicación. De hecho, todavía estamos esperando a que alguien del equipo de gobierno nos desgrane cuál va a ser la política presupuestaria que va a movilizar esta ciudad en el presente ejercicio. Poco orgullosos deben sentirse de la recién parida criatura cuando ni siquiera han osado celebrar su llegada al mundo. Resulta difícilmente comprensible y justificable el retraso en la presentación de estas cuentas, que tenían que haberse aprobado antes de que terminase el 2015. No hay que olvidar que el año pasado no hubo presupuestos nuevos, sino que se prorrogaron los del 2014. El PP ha tenido mucho tiempo para echar imaginación y energía positiva a los números del 2016. Pero se ha limitado a cumplimentar el trámite.

Ahí que llega el siempre optimista concejal naranja enarbolando la bandera de la participación ciudadana al conseguir que el alcalde comparezca con él ante la prensa para anunciar que el PP sacará adelante su presupuesto anodino con Ciudadanos. A este grupo se le podrán poner muchas pegas, pero hay que reconocerle que sus dos votos están dando mucho de sí y todo indica que van a estirarse como un chicle hasta el final de la legislatura. Borruel no se esconde. Su teoría es clara y no es la primera vez que la aplica. Se arrima a la sombra del árbol que más cobija "para sacar tajada". Lo ha hecho con el Campillo, a la vista de que el PP iba a llegar a un acuerdo con Podemos Recuperar Badajoz y ha conseguido introducir cambios que su grupo defendía. Ahora, al comprobar que las posturas de los otros grupos de la oposición están más alejadas, ha puesto el pie en el acelerador y, a pesar de sus pocos medios, va a dejar su impronta, después de reunirse con colectivos y asociaciones de la ciudad, de cuyas reivindicaciones ha tomado nota. Ha sido el único que ha escuchado al señor que lleva meses buscando a alguien que lo ayude a botar un barco en el Guadiana. Sin complejos. La impresión que da es que el PP no ha tenido que echar mano del tipex, pues ni siquiera se ha atrevido a calcular cuánto van a suponer las ocurrencias de Borruel. Ya lo dijo el portavoz de Ciudadanos: "Más que dinero, es cuestión de echarle imaginación". Que lluevan lentejas.