Las lamentaciones de los alumnos de la Facultad de Biblioteconomía y Documentación respecto a las condiciones de la carretera que da acceso y cruza la alcazaba vienen al pelo para hacer una reflexión de mayor alcance: la del tráfico de vehículos en el interior del monumento.

Veamos. Esa carretera se construyó, en su momento, para dar servicio al que entonces era Hospital Militar. El tráfico de vehículos que soportaba esa vía en aquel tiempo era muy limitado y, aunque mayor más adelante, no se vio alterado en lo fundamental al abrirse al público el Museo Arqueológico Provincial de Badajoz y, más tarde, al instalarse allí el servicio de la grúa municipal.

Quizás ahora, la Facultad de Biblioteconomía y Documentación y Biblioteca General de Extremadura, han provocado un incremento substancial en la circulación. Hasta ahí llegó.

Pero, alcanzado este punto, la pregunta es: ¿debe permitirse el tráfico rodado de particulares en la alcazaba? Yo creo que no. Ahora hay suficientes zonas de aparcamiento en las cercanías --acuérdense del nuevo de Montesinos-- como para evitarlo.

Dentro de la muralla hay un parque y, además, es terreno arqueológico. Cualquier incremento del tráfico redundará, necesariamente, en perjuicio del primero y, seguro, del yacimiento.

No podemos sacrificar ni lo uno ni lo otro en aras de la comodidad egoísta de unos pocos ciudadanos. Permítase circular a vehículos de servicio o de minusválidos y nada más. Así el resto de los visitantes podrá solazarse con el parque y hacer un poco de ejercicio. Tampoco es tanto pedir.

Estamos destrozando demasiadas cosas por culpa del automóvil. ¿No puede pedirse a propios y extraños, sobre todo si son alumnos universitarios, que dejen sus vehículos extramuros como una aportación personal a la conservación del que es el mayor tesoro ecológico y monumental de la ciudad de Badajoz? La respuesta la tienen ustedes.