Desde el Gargantúa de Rabelais, naciendo a los once meses de gestación por la oreja de su madre, hasta la lluvia de flores amarillas, las pestes de insomnio y amnesia o la incesante lluvia por cuatro años, once meses y dos días de los Cien años de soledad de García Márquez, el realismo mágico, el disparate o el adefesio, que cada cual le ponga el nombre que quiera, se ha instalado en el consciente (y digo bien y no inconsciente ni subconsciente) colectivo. El disparate tanto como arma arrojadiza, que de por sí ya es malo, como espontánea reacción o respuesta frente al curso de los acontecimientos, lo cual es peor. Lo primero, denota agresividad, osadía, incluso un poco de arte, pero lo segundo, es una consecuencia más de la estupidez humana. El botón de muestra, todas esas antologías del disparate protagonizadas por estudiantes ("culturalmente, Grecia es la cuna de algunos de los más relevantes filósofos de la historia de la humanidad. Destacan Sócrates, que fue condenado a muerte por los socialdemócratas; Aristóteles, que de tanto pensar inventó la filosofía; y Platón, que fue discípulo de Aristóteles y estudió en los jesuitas") que han sido ampliamente superadas por los políticos. Recuérdense el estamos trabajando en ello con acento tejano de Aznar, los hilitos del Prestige, el viento duro de Levante cuando lo de Perejil, el dinero no es de nadie de Carmen Calvo, el problema del decrecimiento del PIB que es claramente masculino de la Pajín, o la Champion League de la economía o el pleno empleo de ese visionario de retiro dorado que habló muy claro de los beneficios partidistas de crear tensión.

Hoy los disparates son otros: aquel muchachito tardofranquista y de la derecha reaccionaria liderando escraches y a la plataforma contra desahucios, jueces que se pelean en la esfera pública por asumir la misma investigación y citar al investigado el mismo día y a la misma hora, Belén Esteban y Kiko Matamoros de analistas políticos, Xardá, que no hay manera de jubilarlo o la Milá enseñando las tetas y orinándose en la ducha. Sin embargo, en IU siempre ha habido vocación por el disparate: en Cataluña apoyan la consulta independentista y en Madrid se ponen de perfil, que no en contra, jalean las parrandas de Sánchez Gordillo en el super mientras les amenaza con votar con contra de su alianza con el Psoe, y en Extremadura proponen que nuestros médicos se formen en Cuba.