A propósito de la columna que escribía la semana pasada en estas páginas mi amiga Rosalía Perera sobre las terminales de los aeropuertos, que se pasa media vida en ellas; de la entrada en acción de mi colega Antonio Mayorgas, un tipo que, además de haber completado la Ruta 66, se va un viernes a Nueva York para regresar el domingo y se queda tan campante; del vuelo casi a pecho descubierto -permítaseme la expresión porque se trata de una señora- de otra amiga, Lola Burgos, que no tiene mejor ocurrencia que montarse en el avión de Manolo Cortés y, en un despegue de sangre fría y nervios de acero desde la pista de El Manantío, celebrar su cumpleaños desde las alturas badajocenses en una experiencia sobrecogedora que finalizó como el Papa que besaba el suelo que pisaba; y a propósito, en fin, de viajeros impenitentes por el mundo como José Antonio Narro o Jesús Gutiérrez, que nunca sabes por qué aeropuerto andan, he tenido que regresar a pelis tan propias de estos menesteres como La Terminal o Love Actually para recordar que, tal vez, las mejores historias se vivirán en un tren pero las tristes despedidas o las felices bienvenidas son más de aviones. Porque el avión trae consigo dos matices reseñables: volar siempre supone un riesgo y, si vuelas, es que, posiblemente, vengas desde lejos lo cual hace suponer que, a lo mejor, hace tiempo que no vienes. Los trenes tienen su magia, su romanticismo, sus expresos a shanghai, sus extraños en un tren, sus velocidades bala, sus zombis, sus alarmas nucleares, sus lecturas y sus conversaciones interminables, pero un avión une destinos, provoca el ingenio, resucita los bajos instintos y casi siempre nos reconcilia con Dios.

En la semana del ave y del tren digno, sería bueno no olvidar que para tercermundismo, la particular e histórica relación de Extremadura con el avión. Desde aviones que llevaban paquetes y, de paso, viajeros, hasta aviones de precios impopulares, desde horarios imposibles hasta conexiones de otro planeta. Nuestra Terminal, la de Badajoz, ha recibido el Concorde, el pedazo de avión del emir, las ensaimadas de Mallorca y poco más, pero, eso sí, seguimos estando a la cola en transporte aéreo para viajeros. Y esto también es una cuenta pendiente.