Va para seis años que llegaron los primeros residentes al barrio de realojo de afectados por la riada de noviembre de 1997 en La Granadilla, donde viven 240 familias que se instalaron entre diciembre del año 1999 y febrero del 2000, con sus enseres y fatigados de dos años de trasiego después de que los normalmente inofensivos arroyos Rivillas y Calamón se llevaran parte de sus vidas, y de algunos, incluso seres queridos. Hoy viven tranquilos y en su mayoría satisfechos de haber elegido éste de entre el resto de barrios que se construyeron con tal fin. Es el más lejano de la zona afectada y, según los vecinos que han hablado con EL PERIODICO, también es "más compacto" e "integrado". Pero no olvidan. Algunos aún reciben tratamiento psicológico.

Destacaron "la buena vecindad", que "es un barrio tranquilo", donde "hay gente muy buena, sencilla y trabajadora", según Carmen, esposa de Domingo Madueño, que regentan el Mesoncito en uno de los locales comerciales construidos después de las viviendas, de los que hay 5 ocupados y uno para la asociación vecinal que consideran necesaria, como apuntaba el encargado de una tienda, pero que aún no han formado.

Madueño recordó que a ellos no les entró el agua en casa, pero que quedaron dentro de la zona inundable y dejaron el Cerro de Reyes, donde vivieron 23 años con sus dos hijos. No obstante, "nos hemos adaptado perfectamente", dijeron.

NOCHE DEL INFIERNO Un cliente, Luis Angel Leal, que tenía a sus hijos y nietos en la zona inundada, la recuerda como "la noche del infierno", y coincidió con Carmen en que "de todos los barrios nuevos, éste es el mejor, más compacto y limpio".

José María León ocupa otro de los locales comerciales con una industria de chapa y pintura de coches. El no vive en el barrio, pero afirmó que "es un lugar tranquilo, sólo se oyen pajarinos y no hay ningún problema".

María del Carmen Díez Fernández sí sufrió la tragedia con su marido y dos hijos. Vive en el barrio desde que se creó y su hijo ya dejó el tratamiento psicológico que necesitó, pero ella aún sigue. Señaló que no olvidan lo ocurrido. En cuanto al barrio, dijo que "hay gente de toda clase, no tenemos problemas de vecindad y el barrio se mantiene limpio". Echa de menos alguna vigilancia policial "porque han robado motos de noche".

Angela Romero vive en el barrio desde el año 2000; "me gusta mucho", afirmó, aunque "no he visto un policía aquí nunca". No obstante, coincide con sus vecinos en que hay limpieza, y en algunas críticas, como el ruido de los jóvenes en moto por la avenida que une las viviendas con la rotonda de Carrefour, o el estado de las zonas verdes. Romero tiene a todos sus familiares en el nuevo Cerro de Reyes y también cree que "éste un barrio limpio y el más integrado".