Los aficionados al concurso de murgas, que no temen ni al frío ni al calor, ni a la lluvia ni al viento, ni al aburrimiento ni al cansancio a la hora de esperar el tiempo que haga falta con tal de asegurarse un sitio en las semifinales el teatro López de Ayala, se quejan sin embargo de que inesperadamente y sin más explicaciones se les haya trasladado a la plaza de toros, donde los primeros van a esperar más de dos días hasta que abra la taquilla, que no será hasta esta tarde a las 16.00 horas.

"Lo que no puede ser es que el concejal dijese el año pasado un día que llovió a mares que este año iba a ser mejor y nos mandan aquí", se quejaba Carlos ayer. El traslado ha sorprendido y los pocos que pasan cerca de la plaza de toros les preguntan qué hacen allí. "Hasta la policía nos preguntó si nos estábamos manifestando o reivindicando algo", contaba Fátima.

La primera noche pasaron frío, más del habitual, porque aquella explanada es más inhóspita que la del López, e intranquilidad porque es paso habitual de drogadictos. "Esta noche he pasado un miedo que me moría", contaba Ana. Además, la plaza de toros está lejos de todo, al menos en el López hay bares y tiendas cerca, una fuente para beber en San Francisco y la gente pasa y los saluda. En este otro lugar todo eso se echa en falta. "Lo que no puede ser es que nos pongan aquí para que no estorbemos y para que no nos vean, apartados, como si fuéramos los tontitos de Badajoz, es una vergüenza", decía otro joven.

Los primeros en llegar lo hicieron el viernes al mediodía. Juan Miguel Maldonado se fue con su silla al teatro López de Ayala, donde estaba prevista la venta en taquilla, como siempre, pero lo derivaron a la plaza de toros. Media docena de jóvenes seguían ayer por la mañana apostados ante las ventanillas, con sus hamacas, su falda de camilla y con pinta de no haber dormido. Esta noche esperaban ser relevados por otros compañeros.

Todos los que estaban no son pandilla pero ya se conocen a base de verse en la cola. Son seguidores de todas las murgas, de algunas más que de otras, pero lo que no quieren es perderse las semifinales, como ya les ocurrió hace dos años, que se quedaron sin entradas cuando estaban a punto de llegar a la taquilla "y nos la cerraron en la cara", contaba Myrian. Otra consecuencia del cambio es que el año pasado, a esas horas, ya había mucha más gente en la cola.