Extremadura ya las tiene, así que es bueno que no dejemos a Castilla-León sin ellas. Las agallas de Extremadura son históricas y las de la comunidad vecina son geográficas, y resulta que las geográficas se querían venir al territorio de las históricas, porque en éste las cosas les van mejor a los más pequeños y a los más humildes. Esta es una de las diferencias que hay entre izquierda y derecha, a pesar de lo que digan los voceros interesados en negar las ideologías y las notables diferencias existentes entre unas y otras, voceros que lo único que pretenden es terminar con las ideas y con los valores, en beneficio exclusivo del mercado, que es su meta única y última.

Hubo en Extremadura territorios muy pobres y abandonados cuando aquí gobernada el dictador, es decir, cuando mandaba la derecha en su vertiente más dura, derecha que sigue existiendo, claro, aunque de momento esté subsumida, por razones estratégicas, en el marianismo. Comarcas como las Hurdes o la Sierra de Gata eran la expresión acabada de lo que la derecha entiende por reparto de la riqueza, igualdad y justicia social. Tuvieron que venir gobiernos de izquierda a Extremadura para que esas comarcas secularmente abandonadas se convirtieran en lo que hoy son: la envidia de sus vecinos castellano-leoneses.

Castilla-León está gobernada hace bastante tiempo por la derecha. En el sur de Castilla-León se encuentra el municipio de Agallas que, como se sabe, ha pedido su incorporación al territorio extremeño para dejar de sufrir el abandono y la falta de servicios a que lo tiene condenado la derecha castellano-leonesa. Agallas es el ejemplo mayor de lo que son una y otra ideología y de las diferencias que hay entre ellas. Agallas nos está haciendo a Extremadura, y de manera gratuita, una de las mejores campañas de imagen que podíamos soñar. He visto el caso en múltiples medios de prensa, radio y televisión españoles y la interpretación es el cambio inmenso registrado en Extremadura y el atraso que persiste en amplias zonas de la región limítrofe.

Extremadura ha tenido las agallas de sacudirse muchos yugos, entre ellos, el de la peor desigualdad. Nos sobran agallas y no queremos más, pero sí podemos explicarles a los que rigen los destinos de las otras Agallas, como se hace esto de la igualdad.