Badajoz, en agosto, resurge de sus propias cenizas. Ralentiza sus tiempos, crea un nuevo ambiente, tiene su propia personalidad. Las propuestas se amontonan: la ruta de los puentes (los cuatro); la opción de la piscina; anochecer en la Alcazaba, en los jardines o paseando por sus murallas; una mañana en la Económica, recuperando el pasado en la hemeroteca; descubrir una terracita, para copas en la Urbanización Guadiana o, en cualquier parte, para cañas y raciones; sentarse, a última hora de la tarde, en un banco de la avenida de Huelva para ver pasar la vida; apuntarse a un gimnasio; probar la tarta de galletas en la pastelería frente a las Descalzas; o, cuando apriete el calor, meterse en El Corte Inglés a recorrer plantas.

Propuestas gastronómicas: Desayuno (churritos de verano en aAaaa), cañitas (Plaza de España, por la cerveza), veladores (La Marina), comer (Galaxia, por el pescado; Azcona, como en casa; Lugaris, por descubrir; y El Sigar, por todo), copas (Dadá, el templo del gin tonic), noches (Samarkanda) y madrugada (Mercantil). Para el que quiera tabernas: La Giralda, Alpéndiz, Bodega San José, La Cacharrería o La Casona.

Propuestas culturales: un cine, la terraza del López, el museo de Bellas Artes, la librería Universitas, una visita tranquila y fresquita a la Catedral o la ruta de las estatuas. Propuestas para estar en forma: andar por la avenida de Elvas después de las nueve de la noche, correr la ruta de los alcaldes (Sinforiano Madroñero y Jaime Montero de Espinosa), un circuito exigente en Tres Arroyos, ejercicios para mayores en el parque de San Fernando o Salto del Caballo y piragüismo para principiantes en el azud. Propuestas para el recuerdo: volver a Castelar y disfrutar con los patos, ir al embarcadero y recordar la playa o sentarse en el campus frente al edificio metálico. Propuestas desestresantes: mandar a los niños a Vive el Verano o lanzarse a la calle Menacho a comprar bajo el microclima. Propuestas alternativas: exhibición callejera de hip hop en los soportales de plaza Minayo o un baño árabe y masaje en Baraka Al Hammam.

Y, para reírse o perder el tiempo: sentarse en los veladores de la plaza de la Soledad, junto al Porrina y ver cuántos se bañan en la fuente, buscar en las tiendas de chinos el objeto más absurdos a la venta y de paso contar cuántas tiendas hay o encargar un merengue de a kilo en La Cubana y compartirlo con una docena de amigos.