No soy un experto en agricultura y ganadería, pero me preocupa la situación del campo y especialmente del extremeño. Oigo que el campo está en crisis desde que nací y me temo que seguiremos escuchándolo. Veo desde hace décadas que los poderes públicos han tomado muchas medidas para proteger a este sector y pocos resultados han tenido o han agravado los problemas. Y se sigue insistiendo en más medidas proteccionistas e intervencionistas, que bajo mi punto de vista son pan para hoy y hambre para mañana. Que el Estado fije los precios y de subvenciones son medida de consecuencias imprevisibles y me temo que pueden ser tremendamente perjudicial, aunque a corto plazo se vean cómo necesarias. Estas medidas nunca tienen límite y atrofian la necesaria capacidad de adaptación a los cambios permanentes e inevitables.

Creo que al campo extremeño le vendría mejor exigir otras medidas que permitan tener un escenario más estable y fuera de presiones políticas coyunturales. La primera es la mejora de las comunicaciones, tanto ferroviarias como por autovías con los principales puertos ibéricos y con Centro Europa. Extremadura tiene un lugar privilegiado de conexión interior, que ha sido ninguneado por las deficientes infraestructuras. Tenemos un gran activo con nuestra situación que no ha podido ser aprovechado.

En segundo lugar tenemos una gran capacidad de generación energética. La energía debe ser mucho más barata en Extremadura que en el resto de España por razones objetiva de costes. Hay que exigir poder beneficiarse de esta capacidad, lo que repercutirá en menores costes directos energéticos e indirectamente del agua y del transporte.

En tercer lugar hay que monetizar nuestra capacidad de absorción de CO2 mediante el desarrollo de bancos de CO2. Estamos en un momento clave para su exigibilidad y desde Extremadura puede ser un nuevo ingreso y un nuevo impulso a la ganadería, silvicultura y agricultura extremeña.

Las soluciones son complejas, múltiples y ninguna milagrosa para todos. Por más fobias y prejuicios ideológicos que haya al mercado e incapacidad de ofrecer soluciones que no sean cortoplacistas, hay muchas soluciones más allá del puro intervencionismo y las más robustas son las enfocadas a la competitividad y al mercado. No deberíamos seguir engañándonos y dejándonos engañar.