Como el agua que se escurre entre las manos, así se escapa el dinero cuando se trata de actuar en la red de saneamiento y de abastecimiento. Decía el anterior alcalde, Miguel Celdrán, que las inversiones en las conducciones de agua, aunque muy necesarias, son las más ingratas para los que gobiernan, porque el subsuelo no es visible, como sí lo son otras actuaciones que los ciudadanos perciben a simple vista.

Sí se ven, y muy bien, los problemas que causan las roturas y las averías, sobre todo cuando se convierten en endémicas. Si un reventón se repite en una misma calle, sus vecinos se quejan y reclaman al ayuntamiento que cambie la conducción en lugar de parchearla. La respuesta siempre del equipo de gobierno es que los arreglos corren a cargo de la empresa concesionaria, Aqualia, mientras que si la obra en lugar de reparación es de sustitución de la conducción, entonces la inversión sale de las arcas municipales y por tanto del bolsillo de los ciudadanos. Lo que se destine a la red de agua deja de invertirse en otro proyecto de la ciudad. La semana pasada el grupo municipal socialista reprochó al equipo de gobierno que esta cantinela no es cierta, pues Aqualia no funciona como una oenegé y lo que invierte en reparar roturas lo carga al ayuntamiento dentro de la partida que se denomina de equilibrio financiero, que funciona en las concesiones para compensar el déficit de los servicios públicos. Pero el alcalde, Francisco Javier Fragoso, defiende que en el modelo de Badajoz el déficit que se le va a imputar a la empresa se calcula mucho antes de empezar el año con el estudio de tarifas y Aqualia tiene que realizar todas las reparaciones con cargo a su beneficio industrial, de forma que nunca se ha reajustado al coste final. Recuerda además el alcalde que así lo estableció el contrato que aprobaron los socialistas cuando privatizaron el servicio.

En el último pleno se sumó al carro el concejal no adscrito, Luis García-Borruel, que reclamó un plan de actuaciones para acabar con los «parcheos». El PP le contestó que las inversiones se tienen que realizar de una manera «racional», pues para sustituir todas las tuberías de fibrocemento (que son las que dan problemas), que representan el 40% de 600 kilómetros de la red de Badajoz, se requieren al menos 100 millones de euros. Para el PSOE la solución pasa por crear una comisión, sentarse a ver cómo está la situación y buscar la solución, pues considera que 340.000 euros de media que el ayuntamiento invierte en las canalizaciones cada año es insuficiente y no va a acabar con el problema a corto ni a medio plazo.

La cuestión está en cómo y de dónde sale el dinero. No se puede sacar de los 200.000 euros mensuales del desequilibrio empresarial como arguye Borruel. Otra opción sería aprobar un plan director, como el que ya se firmó en el 2006 y que permitió que Aqualia invirtiese 12,2 millones de euros en la red de saneamiento, fundamentalmente. De aquella inversión, que terminó en el 2013, todavía queda pendiente una hipoteca que se está abonando con cargo a un canon que costearán los pacenses con sus recibos hasta el 2044. Si el ayuntamiento decidiese aprobar otro plan director que acometiese la concesionaria, tendrían que sufragarlo los ciudadanos. Bien hubiese estado que con el canon del agua de la Junta, hubiese recaído en la red de Badajoz alguna inversión de la Administración regional. Todos coinciden en que habría que minimizar las averías por los trastornos que causan a los vecinos. En lo que no hay acuerdo es de qué bolsillo sale lo que cuesta.