Uno se lleva, a veces, grandes sorpresas en sitios inimaginables. Me explico. Estuve hace muy poco en la ciudad gallega de Orense. Se celebraba allí una semana cultural de amplio espectro, con muchas actividades y muy diversas, patrocinada por la Diputación Provincial. Una estupenda ocasión. Pues bien, una de las sesiones se dedicó al juego del ajedrez. Se quería destacar el hecho de conservarse en el Museo Catedralicio una colección -mejor dicho, ocho piezas- de uno, fabricado en cristal de roca y de origen supuestamente egipcio fatimí (siglo X). La tradición lo asocia a San Rosendo -Rudesindus-, abad de Celanova, obispo de Dumio, de Mondoñedo y de Santiago y, por eso, figura capital de la Galicia altomedieval. Además de invitarme amablemente a hablar de ese tipo de objetos islámicos -muy raros- me acompañó Leontxo García, acreditado periodista, campeón y especialista en ese deporte. Nos impartió una estupenda conferencia sobre sus aplicaciones para el tratamiento de ciertas patologías y para la integración social de determinados tipos de pacientes. La verdad, para mí fue toda una revelación. Pero no les contaría esto si no fuera porque se refirió a Badajoz en unos términos que me dejaron ojiplático. Seguramente se deba a mi muy acrisolada ignorancia. Al parecer, Extremadura, Badajoz, son referentes mundiales en lo referido a las aplicaciones sociales y terapéuticas del ajedrez. Y todo gracias a la labor del doctor Juan Antonio Montero, psicólogo y presidente del Club ‘Magic Extremadura’. ¿Lo sabían ustedes? Yo no.

Nunca acabo de sorprenderme lo suficiente de algunas de las cosas que ocurren en esta región. Siempre pujando por ser y parecer modernos, con desigual éxito, y prestando poca atención, o mucha menos de la que se debiera, a algunas de las cosas verdaderamente importantes. No sé si eso, a lo que me refiero, tiene poco o mucho apoyo oficial o, decididamente, ninguno. Tampoco si el ajedrez es un juego muy difundido y fomentado en nuestros colegios. De no ser así, alguien debiera planteárselo. Si me equivoco, lo que es fácil, pido perdón. No todas las estadísticas son negativas. Y yo me he tenido que enterar fuera. Ya me vale. Ganas tengo de conocer al Dr. Montero.