El autor es arqueólogo y profesor.

Qué puede representar la fiesta popular que conmemora el origen árabe de Badajoz, Al-Mossasa Batalyaws, en el contexto feriado de la ciudad? Mucho, si bien con algunos matices.

Esta fiesta surgió por la iniciativa y gracias a la imaginación de Juan José Monroy, quien, lector curioso de todo lo que se refiere al pasado de nuestra ciudad, fue capaz de leer y de usar lo leído no sólo a guisa de erudición, como nos pasa a la mayoría, sino de un modo creativo.

La asociación ¿Amigos de Badajoz? recogió el ofrecimiento de Juan José Monroy y llevó adelante la idea, y el escritor y dramaturgo Miguel Murillo preparó un texto adecuado. El resto es cosa de entusiasmo, trabajo y apoyo público. Y así cuatro años y un hiato.

La fiesta vuelve ahora por sus fueros, pero ha llovido mucho desde la última vez que se celebró y ya no puede ser igual que como era, aun siendo la misma. Hay que llevarla más allá. Y no me refiero sólo a cuestiones puramente administrativas.

A estas alturas es ya imprescindible subirle el nivel, darle una calidad artística y un perfil estético adecuados. No es, no puede ser, una repetición del carnaval, ni tampoco una fiesta de moros cristianos.

La fiesta de Al-Mossassa conmemora un hecho histórico y, antes y sobre todo, predica y promueve la Tolerancia. Con estos mimbres puede ofrecerse un cesto muy atractivo, definitorio, de verdad, de la personalidad de Badajoz. Y para ello se espera, y es necesaria, la colaboración de todos.

Bien está el imprescindible apoyo institucional, pero quienes ganan con la fiesta también deben invertir en ella. Esto es una diversión, una fiesta popular, pero también es un negocio y como tal debe entenderse.

Es el momento de demostrar esa modernidad tan reivindicada por los empresarios badajocenses. Vamos a ponernos todos al trabajo, porque nos jugamos mucho.

Si esto sale bien ganamos todos en muchos sentidos y si hay que ganar dinero nos resignaremos. Pero invirtiendo todos, no sólo las instituciones. Quienes más deben ganar son los ciudadanos de Badajoz, porque, quede clarito: Badajoz no es la ciudad, son sus habitantes.