Cuando veo lo que le ha pasado al diputado del PP Ignacio Uriarte , me acuerdo de Miguel Sardiña , el exjefe de la Policía Local de Badajoz, estigmatizado para siempre por un incidente de tráfico que le puede ocurrir a cualquiera, después de una larga y brillante hoja de servicios. Algunos de los que le denostaron pertenecen al partido que ahora defiende a ultranza a su correligionario Uriarte, que tuvo un incidente parecido cuando volvía de su despedida de soltero a las 7 de la mañana. En un país de tan antigua tradición alcohólica como España, no debiera extrañarnos que un policía o una señoría se tomen alguna vez unas copas, incluidas las de más. El problema lo tenemos más en los que presumen de abstemios y todos los días están diciendo cosas como si no lo fueran y estuviesen pasados de combustible. Parece que en este país todo se hubiera puesto del revés y fueran los borrachos los que dicen la verdad y los abstemios, los que dicen no sólo mentiras, sino, además, barbaridades.

Oyendo a algunos próceres de nuestra democracia, parece que asistiera uno a escenas de patio de manicomio, donde cada paciente no sólo cree que es quien dice ser, sino que quiere convencer a los demás de que es cierto lo que dice y de que, además, no lo dice él, sino su personaje. Basta ver las peroratas de Aznar , las salidas de Rajoy , las comparaciones de Rosa Díez , las educadas expresiones de Esperanza Aguirre , las acusaciones de Cospedal , las monsergas de Joan Laporta , y no nombro a ningún socialista porque estoy seguro de que me los recordarán algunos lectores en sus comentarios.

Lo de Uriarte no tiene tanta importancia, como tampoco la tenía lo de Sardiña. Eso sí, ha hecho bien en dimitir de la Comisión de Seguridad Vial del Congreso, que también es mala suerte que le pase lo que le pasó perteneciendo a esa comisión. Pero aquí sigue habiendo una legión de hipócritas dispuestos a crucificar a un achispado en el país del alcohol, de igual manera que quienes se santiguan viendo el aborto en el ojo ajeno, después de mirarlo practicar en su casa con el propio.

Y mientras, está pasando casi desapercibida una de las noticias más importantes de los últimos años: la práctica desaparición de ETA, por derrota aplastante del Estado.