Atiende el teléfono Alfonso Gallardo Díaz horas después de que la industria más importante de Extremadura haya presentado un Expediente de Regulación de Empleo (ERE) que, si nadie lo remedia, supondrá el cierre de la Siderúrgica Balboa, una fábrica que en la actualidad da de comer a 534 personas y sobre la que se sustenta gran parte del tejido industrial de nuestra comunidad autónoma. Al descolgar, lo primero que hace Gallardo --tranquilo y casi resignado--, es una clara radiografía de un sector, el siderúrgico, que atraviesa el momento más delicado de toda su historia.

"La crisis siderúrgica es enorme porque nuestro sector depende de la construcción, y como se ha venido abajo, nos ha llevado por delante", reconoce este industrial, fundador de un grupo empresarial que inició su actividad en Jerez de los Caballeros en la década de los 60, dedicándose en un primer momento a la compra y venta de material siderúrgico a pequeña escala hasta convertirse en uno de los empresarios más influyentes de nuestro país.

Pero el imperio ha caído y lo ha hecho en gran medida por culpa de la crisis. Extremadura está en una situación de clara desventaja para el sector. Si no hay industria no hay chatarra y la que llega, en más de un 90% procede de fuera, de Madrid, de Portugal, de Andalucía, de diversos países de Europa, lo que implica un coste adicional para la empresa de Alfonso Gallardo. ¿Y qué pasa con el producto terminado? Pues tres cuartos de lo mismo: Extremadura lo consume a tan poca escala que hay que llevárselo fuera, al centro, al norte de España, a Andalucía y Portugal...; un coste más que se debe asumir desde Balboa.

Por eso la siderúrgica de Jerez de los Caballeros está ahogada. Hace unos años esta situación era impensable. Llegaron las vacas gordas, y "cuando los demás ganaban 10 --dice Gallardo-- nosotros nos quedábamos en 7; y no se le daba mucha importancia, porque se ganaba". Pero ahora es tiempo de vacas flacas, y si los demás "pierden 2, nosotros perdemos 4", confiesa este singular empresario que con ese lenguaje tan sencillo y tan directo que se gasta, te habla más claro que el agua y te resume la situación de su empresa con esta lapidaria frase: "Las estamos pasando canutas, canutas, canutas".

ERE EXTINTIVO La cuerda, tan tensada ya, ha obligado al empresario a presentar un ERE extintivo casi un mes después de anunciarlo, y tras la negativa del pasado miércoles de 333 empleados de los 534 de la planta a aceptar el preacuerdo alcanzado entre el comité de empresa y el Grupo Gallardo que mantenía rebajas salariales escalonadas del 4 al 25% y 117 bajas que podían ser voluntarias con una indemnización de 30 días por año y un máximo de 18 mensualidades.

Era la única alternativa al cierre porque Gallardo le debe a los bancos nada menos que 600 millones de euros. Y ese es otro diente que ha de roer el empresario. "Los bancos, si no hay pérdidas lo sobrellevan bien, y nos aguantan. Y eso se irá pagando tan pronto como se pueda, pero si hay pérdidas, el banco no te da un céntimo más de crédito, y ese es el problema tan gordo que tenemos". Gallardo recalca que lleva perdiendo dinero desde el año 2008 y que mientras su empresa ha tenido reservas, ha aguantado, pero ahora ya no hay reservas y no puede aguantar.

El jerezano confiesa que no tiene "de dónde tirar", y que ya solo puede rendirse al ajuste, que es "el único rincón" que le queda, esto es: la reducción de personal y la bajada de salarios. Pero los trabajadores no lo aceptan. ¿Por qué?. Gallardo parece tenerlo claro: "Los trabajadores creo que no han aceptado el preacuerdo porque, a lo mejor, no se les ha transmitido una buena información. Y, además, que tienen una persona, que es el presidente del Comité, que a hablar disparates no hay quien le gane y que lo único que entiende es que cómo se va a despedir personal, y que cómo se van a reducir los sueldos si se ve que salen camiones...".

ALTURA DE MIRAS Gallardo, sin embargo, defiende más altura de miras. Sostiene que, efectivamente, de su fábrica salen los camiones, porque se produce solo un poquito menos que lo que se producía antes de la crisis, pero el problema radica en que el consumo ha bajado estrepitosamente. "Y si antes se consumía 100 ahora se queda en 20. Y ahí --aclara-- es donde se pierde dinero, porque no vendemos con el margen suficiente que teníamos que vender".

El jerezano hace una pausa en la conversación y habla seguidamente de su plantilla, de los trabajadores de su siderúrgica. Asegura que no han dado el visto bueno a un preacuerdo alcanzado entre comité, sindicatos y empresa, sin ser realmente conscientes del peligro que se corre con esta decisión. "Si seguimos perdiendo no tene-