Tengo amigos, buenos amigos en el PP, afiliados, colaboradores y votantes de ese partido y de las instituciones que gobierna; algunos incluso son, o han sido, cargos públicos del mismo. Se llaman Lola, Antonio, Manuel, Agustín, Juanma, José Antonio, Blas, Jorge, Andrés, Reyes ... Puedo seguir dando nombres, pero la lista es demasiado larga. Y no sólo de amigos, sino también de familiares muy cercanos. Gente a la que quiero mucho, a la que aprecio, y con quienes comparto ratos de complicidad, de conversación, de intercambio de ideas, sin que haya existido jamás una mala palabra ni un mal gesto entre nosotros. Discrepamos muchas veces, en muchas cosas, pero jamás hemos traspasado nunca, en nuestros diálogos, la frontera del respeto y del afecto. Ni hemos roto ni romperemos nunca nuestra unidad de demócratas.

Con la diatriba actual en torno al juez Garzón , parece haber resucitado el fantasma de las dos Españas. Nada más lejos de la realidad. Porque Lola, Antonio, Manuel, Agustín, Juanma, José Antonio, Blas, Jorge, Andrés, Reyes y tantos otros, y yo y tantos como yo, formamos parte de la única y sola España de la tolerancia, el respeto, la solidaridad y el encuentro. Ellos, como la práctica totalidad de las buenas gentes del PP, están de acuerdo en que se recuperen, se sepulten dignamente y se dé satisfacción a la memoria de los asesinados por el franquismo y a sus descendientes, como nosotros lo estaríamos, a la viceversa, si la situación fuese al revés.

El actual clima de exagerada confrontación política a cuenta del juez Garzón no tiene nada que ver con la inmensa mayoría de nosotros. Cada cuál sabe qué dirigente político, y de qué signo, está tensando la cuerda de Garzón ad nauseam , y qué responsabilidad le corresponde a cada uno. Pero que nadie se llame a engaño, que nadie tema, porque hoy en España sólo existimos la inmensa muchedumbre de los demócratas y un pequeño enjambre de fascistas residuales en vías de extinción. El contagio de la confrontación --a pesar de líderes, medios y tertulianos excesivos-- no nos afecta a los demócratas. Nos vacunamos hace mucho tiempo y para siempre.