La residencia de ancianos de La Granadilla celebra 40 años. Desde que se inauguró en 1976 no se ha vuelto a habilitar en Badajoz ni una sola plaza pública más para acoger a los mayores en esta ciudad, como ha puesto de manifiesto el portavoz municipal de Podemos Recuperar Badajoz, Remigio Cordero, durante los actos de la semana cultural que celebra en el centro esta efeméride. A nadie se le escapa que Cordero ha sido un firme defensor de la necesidad de incrementar las plazas sociosanitarias en Badajoz, cuya dotación está muy por debajo de la media regional. Su reivindicación no es de ahora que puede alzar su voz desde los escaños del ayuntamiento, sino que viene de lejos, cuando presidía la Asociación en Defensa de la Sanidad Pública y empezó a manifestarse como firme defensor de la conversión del Hospital Provincial en un geriátrico y centro de día

Si La Granadilla queda en la actualidad muy alejada del casco urbano, cuánto más lo estaba hace 40 años, cuando Badajoz apenas saltaba la autopista. Los usuarios que desde entonces han pasado por este centro no han podido ser nunca aquellos que al amanecer revisan en comandita y con curiosidad el proceso de las obras de construcción, dan largos paseos entre los puentes o echan migas de pan a los patos de Castelar.

No están impedidos por la edad, sino porque el lugar en el que viven les cae demasiado lejos del mundanal ruido. Hemos dado por hecho que nuestros mayores tienen que seguir envejeciendo en las afueras, tanto los que atiende la administración pública como los que se pueden permitir, ellos o sus familias, ocupar una plaza en residencias privadas. Éstas sí que han proliferado en Badajoz en los últimos años, atendiendo a la visión de negocio de quienes atisban un futuro con una población envejecida por el incremento de la esperanza de vida y el nuevo modelo de familia en la que los hijos tienen que buscarse la vida y necesitan atender a sus mayores fuera del hogar familiar. Curiosamente, en Badajoz se ha generado un área urbana de senectud en la que coincide la ubicación de varias residencias privadas, entre las avenidas Federico Mayor Zaragoza y Castillo de Puebla de Alcocer, que aunque no están fuera del casco urbano, sí se sitúan lo suficientemente distanciadas del centro de la ciudad como para que sus usuarios no puedan dispersarse más allá de un radio de paseo limitado, en el entorno de los centros donde residen. Tanto los de La Granadilla como los de los centros privados viven recluidos en sus respectivas residencias, sin poder alejarse de los jardines que ven bajo sus ventanas.

Según defiende el consejero de Sanidad y Política Social, la tendencia de la administración pública debe ser facilitar que el anciano pueda permanecer en su domicilio, facilitándole los servicios que requiere, para allí recibir a sus hijos, ver crecer a sus nietos y seguir relacionándose con sus vecinos y los amigos de toda la vida. Ese es el escenario ideal que todos querríamos para nosotros y para nuestros mayores. Pero la Junta no predica con el ejemplo si a los ancianos de Badajoz que requieren una plaza en una residencia y no pueden pagarse una privada los obliga a irse a otras poblaciones, con el consiguiente desarraigo, porque en Badajoz son insuficientes. Como tampoco lo demuestra cuando en lugar de construir una residencia nueva en un lugar céntrico de la ciudad, opta por ampliar la de La Granadilla, que siempre estará demasiado alejada como para permitir que sus usuarios sigan viviendo en Badajoz, en lugar de encerrados entre cuatro paredes y ocho setos.