Acaba de inaugurar una exposición en el Museo de la Ciudad con una selección de sus pinturas desde el 2009 en las que el desnudo está presente en todas ellas.

--A lo largo de su trayectoria ha tocado varios estilos y temáticas, ¿por qué le cautivó más el desnudo y el retrato?

--El desnudo lo trabajo desde 1983, siempre es un reto trabajar con las figuras y dominar el cuerpo humano, interpretar la piel, los pliegues y que acaben siendo personas conocidas. Es verdad que he pasado por el bodegón y el paisaje, pero a partir de los 90 es cuando empiezo a agrandar la figura y cuando me encuentro un poco más a mí mismo. Es en la temática que más a gusto me encuentro. Disfruto mucho haciéndolo, trato de hacerlo del natural, con modelos, y estoy disfrutando de la pintura como nunca había disfrutado.

--¿Es más complejo?

--No tiene porqué. Además, el desnudo no deja de ser una fuente de inspiración inagotable. Cada modelo, cada iluminación que coloques, cada cambio de enfoque, composición o encuadre produce cuadros nuevos. Podría estar cientos de vidas trabajando sólo la figura. Siempre ha sido un reto para los pintores dominar la anatomía de la figura, pero yo lo hago porque me encuentro realmente a gusto.

--En una ciudad como Badajoz ¿tiene problemas para encontrar modelos dispuestos a posar desnudos?

--Para nada. Empecé contratando modelos por una cuestión más profesional, en cuanto a horarios y tiempo, porque me han posado amigos y familiares muchas veces, pero el trato profesional me gusta más. Hace quince años, cuando empecé a buscar modelos era más complicado, tuve que poner anuncios en la universidad, pero ya no, hoy es muy fácil.

--¿Cómo ha evolucionado aquel joven que ganó su primer premio en San Roque, en 1980?

--Como cualquier pintor. Esto es un oficio en el que hay que trabajar día a día. Desde niño estaba convencido de que iba a ser pintor por todos los medios, he luchado, me he formado a mi manera, he pasado por talleres libres en Barcelona, Paris y Madrid, y tenía las ideas claras de por donde quería ir. La evolución ha sido la que dan 35 años de trabajo. Sigo teniendo la misma ilusión o más de aquel pintor que empezaba.

--¿Cuál es ahora su relación con la pintura?

--Se ha convertido en un modo de vida, no concibo la vida sin la pintura, para mí es vital. Y estoy convencido de que lo mejor de mí está por llegar.

--El hecho de ser autodidacta ¿le ha supuesto alguna desventaja en algún momento?

--Al principio, quizás, al no hacer Bellas Artes me quedé con una sensación de no haber tomado el rumbo adecuado, o de no haber tenido a alguien que me dirigiera, pero a la larga creo que ha sido positivo, porque soy yo, nadie ha influido en mí, estoy haciendo realmente lo que quiero y me dirijo a donde quiero ir. Hoy estoy contentísimo de haber sido autodidacta y de haberme formado a mí mismo.

--¿Se considera afortunado?

--Muy afortunado. La pintura te devuelve lo que le das, como todo trabajo. Si le das entrega, vocación y todo el amor del mundo, ella te va a devolver lo mismo, a mí me lo ha devuelto con creces. El hecho de poder vivir y dedicar mi vida a la pintura es la mayor recompensa del mundo.

--¿Qué le queda por probar?

--No me marco retos, me meto en el estudio y empiezo a divertirme. Supongo que con el tiempo iré desarrollando trabajos más complejos o más afines a lo que busco, pero mi obra va a girar siempre en torno a la figura, me parece que el ser humano tiene mucho que decir y transmite muchas cosas.