El antiguo aulario del colegio Cerro de Reyes, situado a escasos metros de las instalaciones actuales en uso y que fue precintado hace años por las deficiencias que presentaba y el riesgo que suponía para los alumnos, será derribado en unos días, posiblemente esta misma semana. La Consejería de Educación tenía previsto que se retirase el amianto del edificio aprovechando el puente de la semana pasada, por el martes de Carnaval, en el que no hubo clases, y así lo ha hecho ya una empresa especializada en dos días, según ha confirmado este diario. El siguiente paso será la demolición del inmueble, precintado y abandonado desde hace años.

La consejería incluyó el derribo del antiguo aulario en el proyecto que adjudicó en abril del año pasado que también contempla las obras de ampliación del colegio, con la creación de tres aulas de Educación Infantil, que sustituirán a las que se habilitaron con carácter provisional en un viejo almacén prefabricado hace ya siete años.

La construcción de las tres nuevas aulas, que se están levantando en un edificio anexo en forma de L conectado con el actual de Primaria, comenzaron en junio pasado con un plazo de ejecución de 9 meses. Los trabajos tendrían que terminar este mes si se cumpliese, pero se han retrasado, según reconoce la propia consejería.

Educación asegura que las obras de ampliación están al 66% y acumulan «un cierto retraso», por lo que está previsto que terminen a finales del próximo mes de mayo, un plazo que «entra dentro de los márgenes», pues permitirá que las nuevas aulas estén listas para usarse el próximo curso 2020-2021, que «era lo previsto», según la consejería. Hay que tener en cuenta que una vez que termine la obra, se tiene que entregarla y acondicionar las clases.

Respecto a las molestias que pueda causar, Educación remarca que las actuaciones que contempla este proyecto (cuya inversión supera lo 709.000 euros) se están desarrollando «con normalidad» y no afectan a la actividad lectiva del centro educativo.

Así lo confirma el director del Cerro de Reyes, Raúl Hernández, quien manifiesta que convivir todo lo que va de curso con los albañiles «ha sido mucho más fácil de lo que pensábamos». En las reuniones que hubo al principio con la constructora y la consejería, el director transmitió que su mayor preocupación era la seguridad de los alumnos. Pero ahora reconoce que se organizó «todo muy bien» por todas las partes. La empresa colocó el sistema de vallado que pidió, se acondicionó el patio de Educación Infantil y, salvo al inicio de los trabajos, cuando se produjeron los movimientos de tierra cuyo polvo ensuciaba las aulas, posteriormente «la obra ha pasado desapercibida, no ha sido tan molesta como nosotros creíamos y nos hemos adaptado perfectamente».

Tal es así que hace unos días la constructora organizó una actividad con los alumnos de sexto, que visitaron parte del nuevo edificio, en una zona que el jefe de obra acondicionó para que no hubiese el menor riesgo.

Por otro lado, el director insiste en que el almacén donde los niños de Infantil reciben ahora las clases no reúne condiciones ni ofrece espacio suficiente.

Respecto al viejo aulario que se va a derribar, Raúl Hernández se queja de que el actual vallado «está en muy malas condiciones». La asociación de padres ha solicitado al ayuntamiento que se construya un muro de separación y se limpie y desbroce la parcela, dado que ya no forma parte de las instalaciones del colegio.