Los libros parroquiales constatan hasta 5.000 enterramientos en la iglesia de Santa Catalina, aunque las condiciones en las que han aparecido muchos de los restos humanos hacen imposible calcular a cuántos cuerpos corresponden, pues bastantes estaban amontonados y removidos y también fueron calcinados por el incendio de 1888 cuando el templo era utilizado como cuartel de intendencia. El análisis de estos huesos (han aparecido «montones», según testigos presenciales), que ahora están en manos de un equipo de antropología de la Universidad de Extremadura (UEx), podrá aportar importantes datos sobre los hábitos alimenticios, costumbres y qué enfermedades sufrieron los habitantes de Badajoz en los siglos XVII y XVIII. Junto a los restos humanos se ha encontrado mucha cerámica.

Las obras de rehabilitación de la iglesia que está acometiendo el Ayuntamiento de Badajoz con fondos del 1,5% Cultural del Ministerio de Fomento, fueron visitados ayer por el alcalde, Francisco Javier Fragoso, junto al director general de Arquitectura, Vivienda y Suelo del Gobierno central, Antonio Aguilar, y la delegada del Gobierno en Extremadura, Cristina Herrera.

Las primeras noticias que se tienen de esta iglesia son del siglo XVI y ha soportado distintas fases constructivas hasta el XIX que está constatando la intervención arqueológica, que ya está llegando a los restos anteriores a la iglesia, ahora en fase de estudio. Sólo se sabe que existió una ocupación anterior y todo indica que fue «de orden doméstico», es decir, que antes de la construcción religiosa había viviendas, según explicó el director de la intervención arqueológica, Pedro Delgado.

La iglesia original del convento de Santa Catalina de las carmelitas presentaba un estado ruinoso cuando en 1626 se instalaron los jesuitas y pasó a la advocación de San Ignacio. Desde ese momento el pequeño templo sufrió un proceso de transformación «brutal», según explicó Delgado. El primero fue la construcción del nuevo coro y la ampliación de la iglesia. Desde 1640 hasta 1670 estuvo reformándose. Se construyeron el campanario y la cúpula, se reformaron y ampliaron las capillas laterales así como el altar mayor y se realizaron las criptas, cuya instalación responde a que «el negocio de la muerte en los siglos XVII y XVIII era bastante lucrativo», explicó de forma muy descriptiva Delgado. En las subestructuras se han contabilizado ocho criptas de enterramientos que ocupan la mitad de la iglesia. Tienen bóveda de cañón con una profundidad de 1,10 a 1,5 metros, con accesos de escaleras de ladrillos. Otra zona de la iglesia estuvo ocupada por enterramientos en tierra más simples. Una parte de las criptas se utilizaron como pudrideros, es decir, se tiraban los cuerpos, se dejaban corromper y los huesos se amontonaban después en los osarios, que también han aparecido.

Los hallazgos encontrados son de una magnitud muy superior a lo que se esperaba. Aunque se realizó un estudio histórico previo, «hasta que no empiezas a mover tierra no sabes exactamente lo que hay y lo que está saliendo es de un volumen muy superior al esperado, con una importancia que ahora estamos tratando de calibrar y de poner en valor». Según Delgado, tres cuartas partes de la excavación están hechas. El espacio que queda constatará las dimensiones originales de la primera iglesia y las ocupaciones anteriores.

Ante la importancia de los restos encontrados, el proyecto de rehabilitación que inicialmente se aprobó requiere un tratamiento diferente cuya financiación asume el ayuntamiento. Los técnicos municipales están en estos momentos trabajando en el modificado del proyecto para cambiar la solución técnica de las canalizaciones previstas en el suelo. Este modificado tiene que autorizarlo el Ministerio de Fomento y posteriormente se remitirá a Patrimonio para que dé el visto bueno. Según el alcalde, posiblemente haya que modificar algunos usos previstos.

La iglesia presenta cierta asimetría. En el lateral derecho existen tres capillas que no se abren en el izquierdo, porque el muro que sostiene la bóveda es posterior. Una de las actuaciones previstas es recuperar la conexión del templo a través de la sacristía con el claustro del edificio de la Concejalía de Cultura. En esta estancia está la boca de una cisterna que estaba llena de agua y de restos superpuestos, entre ellos apareció una pequeña pistola de la Guerra de la Independencia. El proyecto contempla poder acceder al coro abriendo una puerta desde el edificio de Cultura, ahora tapiada, y reinstalar los tableros inexistentes a ambos lados. En la entrada de la iglesia se reservará un espacio a modo de recibidor y se colocará un cortavientos para separarlo del interior. Inicialmente, en el suelo se instalará una estructura elevada para respetar los restos, con una altura de 80 centímetros para conservarlos y protegerlos. La idea que se baraja es que solo una parte sea visible. El proyecto original contemplaba suelo de hormigón, que ya queda descartado. La arquitecta municipal Carmen Cienfuegos confía en que en 15 días se termine el modificado.

Por otro lado, el ayuntamiento está pendiente de que el Ministerio de Fomento resuelva la última convocatoria de proyectos a financiar con cargo al 1,5% Cultural, a la que ha optado para que financie la rehabilitación del edificio de La Galera cuya inversión total se estima en 1.178.000 euros. Con esta línea de ayudas, Fomento financia hasta el 75% del presupuesto. El consistorio pacense ha solicitado 765.900 euros (el 65% de la inversión) y el resto, 412.411 euros, se sufragaría con fondos municipales en las anualidades del 2018 y el 2019. El director general informó de que se han recibido más de 400 candidaturas y en un mes podrán conocerse las seleccionadas.