TLtos policías locales de Badajoz llevan años reclamando al ayuntamiento que les paguen en tiempo y forma los servicios extraordinarios que se ven obligados a cumplir para salvar la ausencia de suficientes agentes que puedan cubrir las necesidades crecientes de esta ciudad. Con dos años de retraso les abonaron los correspondientes al 2012 y al 2013, con sentencia judicial de por medio, y aún les quedan pendientes los del 2014 y 2015, que suponen más de 100.000 euros. Es su dinero por un trabajo que ya han realizado y la administración no les paga. A pesar de ello, ese mismo jefe incumplidor les exige que ellos cumplan por encima de lo que estipulan sus contratos, ejerzan como buenos policías y sigan cubriendo estos servicios sin el aliciente de que van a percibir un dinero extra por acatar la orden. Han corrido ya casi dos meses del 2016 y la situación no se soluciona. El enfado reinante es comprensible.

Llega Carnaval, la fiesta que más tumultos congrega en las calles y vuelven a establecerse servicios extraordinarios, que los agentes saben que van a tardar en cobrar. La noche del sábado, con apenas una hora de antelación, la jefatura recibe avisos de 11 policías que no pueden cubrir sus puestos asignados porque están enfermos, con un parte médico de baja como prueba. El lunes por la noche, otros 13 agentes se sienten mal inesperadamente y dejan el turno tiritando. Blanco y en botella. Cuando el primer teniente de alcalde en el Ayuntamiento de Badajoz y concejal de la Policía Local, Germán López Iglesias, manifestó que no se creía que estos policías estuviesen enfermos y que mentían, estaba diciendo en voz alta lo que todos los que conocen la situación pensaban y sabían. Pero en muchas ocasiones no se puede decir todo lo que uno piensa, sobre todo cuando el que lo hace es un representante público. No tiene pruebas, es verdad. Seguramente no podrá tenerlas. En eso se basa la protesta encubierta.

López Iglesias no estaba cuestionando la profesionalidad de los médicos que firmaron esas bajas. Ni mucho menos. Además lo dejó claro en esas mismas declaraciones. Todos sabemos que hay dolencias difícilmente demostrables, que el médico debe creerse porque sí, porque confía en la buena fe de sus pacientes. No hay analíticas ni rayos equis que saquen a relucir la falsedad del padecimiento. Porque de no ser así, si es cierto que todos estos agentes se pusieron malos la misma noche, lo que habría que averiguar es si hay una colonia de virus sueltos en comisaría que puedan dar lugar a una epidemia.

XGERMANx López Iglesias mencionó la opción de abrir una investigación para averiguar lo ocurrido. Fue una salida improvisada. Los sindicatos de la policía han contestado que la investigación correspondería al Servicio Extremeño de Salud, a sabiendas que eso no se va a hacer y que tampoco es ése el camino.

Pero unos y otros, sin decirlo directamente, han establecido la relación causa efecto entre el malestar de la plantilla por los servicios impagados con la coincidencia de las bajas médicas. Si irresponsables son unos por dejar la ciudad con un único coche patrulla las dos noches de mayor aglomeración carnavalera, no lo son menos quienes ya llevan años sin dar una solución a una plantilla que se queda corta para atender las necesidades crecientes y que no han encontrado la forma de abonar unos servicios que pide que se presten con una diligencia que no practican en el pago; no por una cuestión económica sino administrativa.