De un tiempo a esta parte, parece que en Badajoz andamos a tiros por las esquinas y los portales. Lo cierto es que los tiroteos, andanadas y disparos se producen en lugares muy concretos desde que casi cerraron Cuestas de Orinaza, un barrio que nunca se debió abrir. Son Los Colorines, Suerte de Saavedra y Cerro de Reyes, que siguen siendo Badajoz; ¿o no? Ha habido algunos en el casco antiguo, en la zona de bares de la urbanización Guadiana y en el Gurugú, pero ahí la situación ha amainado.

Asuntos de drogas, reyertas y cuitas familiares antiguas y modernas, cuando no el simple capricho o cabreo del más zumbao del barrio, o problemas de vecindad y venganzas, han producido una docena de heridos en los últimos meses. A veces por disparos de pistola, de escopeta de caza, recortada o aire comprimido y en ocasiones por arma blanca u objetos contundentes. Lo cierto es que hay zonas en las que a la ley --también a la interna-- le cuesta entrar.

Sabemos que no estamos exentos de padecer episodios como esos; ni aquí ni en ninguna otra parte. Pero siendo cierto que Badajoz no es una ciudad excesivamente conflictiva, habría que ver por qué es tan fácil tener un arma.